viernes, marzo 14, 2008

Los profesionales



Hace años que da grima encender el televisor.
De un tiempo a esta parte se ha convertido en un acto pavoroso.

Las meretrices de la reyerta, los rastreadores de la mancha, los expertos en injurias, los nuevos censores y los exploradores de la vileza están quemando sus últimos cartuchos por falta de espectadores.
A la larga todo cansa, y el público del circo romano está saturado de tanta hemoglobina, víscera y comadreo.

Pero no todo está perdido.
A grandes males, grandes remedios.

Esa escoria que conforman los programadores y creadores de contenidos ha dado con la panacea, retomar por la vía catódica la afición favorita de los españoles:
reírse del prójimo.

Este país (casi siempre brutal y sumamente envidioso) ha gustado desde tiempos inmemoriales de mofarse del convecino, burlarse del más débil y carcajearse a costa de las desgracias ajenas.
Nuestras chanzas y bromas están plagadas de tartamudos, ciegos, cojos, viudas, retrasados, menesterosos, poliomelíticos, cornudos, accidentados, majaras, solteronas y gangosos.

Se nos dibuja una sonrisa cuando alguna celebridad se da de bruces, pero la risa aflora cuando la vecina se cae por el hueco de las escaleras.
Cercanía, calamidad y descojone van de la mano.

Las cadenas abrieron la veda del amateurismo con Operación Triunfo, repetidas entregas e infinidad de aborrecibles programas al uso han demostrado que cualquier mindundi puede convertirse en una estrella (o acabar hundido en la mierda).
Con los concursos de aficionados se ha dado otra vuelta de tuerca, aunar diletantes y choteo padre.

La incompetencia causa furor en España, donde destacar en algo siempre se ha considerado ofensivo, y cachondearse de los desdichados (la excelsa modernidad les llama "freakies") que sin ningún pudor se presentan a los castings, sube el ánimo y eleva el alma.
Consuela constatar, aunque parezca mentira, que siempre habrá individuos más patéticos que un servidor.

Exitazo de audiencia asegurado (le pregunten a Roberto Chikilicuatre), y a bajo coste.

Por la pequeña pantalla desfilan incesablemente émulos de Joselito tocados con sombrero cordobés, malabares de tres al cuarto, oligofrénicos blandiendo katanas, humoristas de tasca, bichejos adiestrados, torpes cuerpos de baile, imitadores de tugurio, magos de burla, desmañados tragasables extracomunitarios, tenorcillos desafinados y amas de casa sin gracia.

Todo ello orquestado por un reputadísimo jurado constituido por lo mejor de cada casa.
Miqui Puig (de fundador de Los Sencillos y afamado pinchadiscos a tertuliano y cazatalentos), Los Morancos (sin palabras), Natalia Millán (danzarina del montón, pésima actriz), el estomagante Ángel Llácer y Josep Vicent (¿De dónde ha salido este tío?)

Jamás pensé que llegaría a decir algo semejante, pero hincado de hinojos le pido a diario al Buen Dios que retomen las riendas Valerio Lazarov, Bigote Arrocet, Laura Valenzuela, Mayra Gómez Kemp, Sánchez Ocaña, Chicho Ibáñez Serrador, Raúl Sender, José Luis Fradejas o Mari Carmen y sus muñecos.

¡Vuelvan los profesionales!

1 comentarios:

Blogger titiritero ha dicho...

en la película cuyo poster adorna su artículo, entre otros diálogos inolvidables, le dice Raza (Palance), al personaje, si no recuerdo mal, de Burt Lancaster:

nos quedamos xq nos enamoramos,
nos vamos xq nos desencantamos,
regresamos xq nos sentimos solos,
morimos xq es inevitable.

no desespere, siempre nos quedará el dvd

2:28 p. m.  

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