miércoles, mayo 30, 2007

Magia negra

Los músicos negros siempre han ido diez o quince años por delante.
La semana pasada emitieron en el canal autonómico un interesantísimo documental sobre el sello discográfico Sun y el nacimiento del rock & roll.

Recuerdo un fragmento hilarante en el que varios músicos veteranos (acompañantes habituales durante la década de los cincuenta de Elvis, Jerry Lee o Carl Perkins) rememoran en un garito de Memphis tiempos pasados.
Los tipos afirman estar orgullosos de haber contribuido a sentar las bases del rock & roll.

Todos son blancos a excepción del siempre original Rufus Thomas, quien preso de la ira manifiesta que su gente ya hacía años que tocaba ese tipo de música.

¡Todo nació en el Delta, al amparo del Mississippi, entre campos de algodón!
¡Vosotros no habéis descubierto nada!


¡Santa razón!

Me complace presentarles a la portentosa orquesta de Count Basie acompañando al prodigioso vocalista Joe Williams.

¡Magia negra!

lunes, mayo 28, 2007

Duelo al sol


Empieza a apretar el calor.

Nada mejor para combatir la canícula que echar mano de un buen repertorio de ensaladas, sopas y cremas frías.

Además del tradicional gazpacho y de la consabida Vichyssoise, puede elaborar un sinfín de platos fríos que darán una nota de color a sus comidas estivales.
Las combinaciones son infinitas, déjese llevar, experimente, estimule su inventiva.

Mezcle con la ayuda de una batidora 1 kg de tomates maduros (sin piel y sin pepitas),
2 cucharaditas de azúcar, medio litro de agua, un buen chorro de aceite de oliva, dos cucharadas soperas de vinagre, varias hojas de albahaca fresca (u orégano seco), 2 dientes de ajo, sal y pimienta blanca al gusto.
Sirva la sopa bien fría acompañada de bolitas de mozzarella, trocitos de aceituna negra y hojas de albahaca fresca finamente picadas.
También incorporar al kg de tomates unos trozos de sandia, melón o algunos fresones, eso sí, prescindiendo del ajo.

Otra sopa muy refrescante y de facilísima ejecución es la siguiente:
Bata ocho yogures naturales junto con un vaso de leche, un chorro de aceite de oliva, dos cucharadas soperas de azúcar y el zumo de medio limón. A
ñádale eneldo (o perejil) y sal al gusto, un pepino (o calabacín en finas rodajas y pasado por la plancha) y un diente de ajo finamente picados y unas nueces o piñones.
También puede moler todos los ingredientes.
Déjele unas horas en la nevera y lista para comer.

Las cremas frías de verduras son un excelente entrante.

Caliente en una cazuela dos cucharadas de aceite, rehogue una cebolla picada, ocho zanahorias cortadas en trozos, dos patatas a cuartos y una buena tajada de calabaza.
Pasados unos minutos,cubra las verduras con agua, caldo vegetal o caldo de ave.
Deje hervir durante unos veinte minutos.
Pase los ingredientes por la batidora hasta conseguir una crema homogénea (puede añadir más líquido si la crema queda muy espesa).
Una vez enfriada agregue el zumo de una naranja.

Muela dos aguacates maduros, un vaso de leche, un yogur natural, cuatro chucharas soperas de aceite de oliva, sal y el zumo de medio limón.
Adicione unas gotas de tabasco y cebollino (o cilantro) picado.

Las ensaladas son una magnífica alternativa.
Aparque a un lado la aburridísima ensalada de lechuga tomate y cebolla.

Baraje sin miedo frutas y verduras.
Rábanos, cebolla tierna, naranja, lechuga y hojas de menta.
Pepino, pimiento rojo, queso de Burgos y fresones.
Escarola, bacon frito y granada.
Distintas lechugas, frutos secos e higos frescos.
Manzana, queso manchego (o queso azul), nueces y lechuga
Naranja, kiwi, aguacate, pimiento rojo y pimiento amarillo.
Melón, berros y tomate (una vinagreta de mostaza le va a las mil maravillas)

Prescinda de cocinar dos platos y sirva una abundante ensalada como plato único:
patatas, judías verdes, tomate cherry, atún, anchoas, aceitunas negras, lechuga, alcaparras y alcachofas en conserva.

Cualquier tipo de pasta, mozzarella, tomate, tomate cherry, rúcula, jamón dulce.

Ante las temperaturas inclementes todo vale en la cocina, la única limitación es la imaginación.

¡Buen provecho!

viernes, mayo 25, 2007

Feo , fuerte y formal


“A nadie le gusta mi manera de actuar, excepto al público”
John Wayne

El séptimo arte está de enhorabuena, no es para menos.
Mañana celebra su centésimo aniversario Marion Michael Morrison, mundialmente conocido como John Wayne.

El Duque fue un actor de primer orden, todo presencia, dueño de una tremenda concepción física de la actuación, pura intuición y visceralidad.
Un intérprete de tripa y rajo, tremendamente eficiente, todo un profesional.

A pesar de que creó su propia imagen a partir de sus personajes, nunca hizo el servicio militar, ni se dedicó a la ganadería, ni disparó un arma en la vida real.

Al contrario de lo que mucha gente cree, en ocasiones es difícil separar al actor de sus personajes, poco tenía que ver el hombre de fuera de los platós con el de la pantalla.
La fragilidad y la incertidumbre también formaban parte de su personalidad.

La inseguridad que sentía como artista le acompañó durante toda su vida.
Siempre dudó de su talento, forjado al principio de su meteórica carrera en westerns de bajo presupuesto.
Tampoco ayudó el trato despectivo y sádico que recibió durante décadas de manos de su descubridor y mentor, el maestro John Ford.

El no poder servir a su país durante la Segunda Guerra Mundial se convirtió en otra fuente de desilusión, ya que "era algo que él siempre quiso hacer, pero sus obligaciones familiares y su inminente despegue artístico se lo impidieron".

Esta circunstancia provocó que recrudeciera su actitud patriótica y reaccionaria.
Furibundo anticomunista, fue un firme defensor de la nefasta política del senador McCarthy y se convirtió en activo miembro de la Alianza Cinematográfica para la Preservación de los Ideales Americanos, formación de la que fue elegido presidente en 1947.

Huelga decir en su defensa, que a diferencia de otros miembros de la profesión, muchos de ellos izquierdistas convencidos, no acusó jamás a ningún compañero durante la terrible caza de brujas que vivió Hollywood.
En ese aspecto demostró gran rectitud y entereza, detestaba la delación.

Según desvela el escritor y actor británico Michael Munn en su biografía de John Wayne, titulada The man behind the myth (El hombre detrás del mito), Stalin, a quien sacaba de quicio el feroz anticomunismo que profesaba el actor, planeó matarlo.

Entre finales de los años cuarenta y principios de la década de los cincuenta fue víctima de varias tentativas de asesinato.
La primera la llevaron a cabo dos emisarios soviéticos disfrazados de agentes del FBI que intentaron matarlo dentro de los estudios de la Warner Bros.

La orden de Stalin fue cancelada tras su muerte.
Fue entonces cuando grupos radicales estadounidenses decidieron ejecutarla como venganza por el apoyo que el actor había prestado al senador Joseph McCarthy.
Un nuevo atentado frustrado tuvo lugar en México durante el rodaje de Hondo.

Además de fascista fue tachado de racista, curiosa recriminación para un hombre que contrajo matrimonio en tres ocasiones con mujeres de origen hispano.

Empedernido fumador de cinco cajetillas diarias, se embarcó en 1958 en el rodaje de El conquistador de Mongolia, película en la que encarnaba a Genghis Khan.
Los exteriores se rodaron en la zona desértica de Saint George, Utah, zona donde el ejército había realizado numerosas pruebas nucleares.
A los productores se les aseguró que no había riesgo de contaminación radioactiva.

Con el paso de los años, casi cien miembros del equipo de rodaje murieron de cáncer, entre ellos el director Dick Powell y los actores Pedro Armendáriz, Susan Hayward y Agnes Moorehead.

A Wayne le diagnosticaron un tumor en el pulmón izquierdo en 1964.
Se enfrentó con coraje y dignidad a la enfermedad a lo largo de quince largos años.

La encuesta Harris incluye todos los años a Duke en la lista de los actores más populares y admirados de los Estados Unidos.
Y eso a pesar de que nos dejó hace veintiocho años y que su última película se rodó hace treinta.

"Esto es el Oeste, señor, y cuando la leyenda se convierte en realidad, hay que publicar la leyenda."



jueves, mayo 24, 2007

Dios salve a Inglaterra

El viernes pasado le dediqué un pequeño artículo al fabuloso conjunto musical The Band.

Dos seguidores de este modesto blog, cada cual opine lo que quiera, los tacharon de leones melancólicos, recolectores de panochas, decadentes e imperialistas yanquies.

Uno de ellos instaba apasionadamente a que abordáramos la escena electrónica berlinesa.
El segundo opinaba que después de los Beach Boys no ha habido nada que valiera la pena en el panorama musical americano y reivindicaba sonidos y tendencias que surgieron en Europa en los años setenta.

Me complace presentarles, y dedicarles a los dos airados lectores antes mencionados, esta actuación de una de las bandas inglesas más sobresalientes de los años setenta, los Dr. Feelgood, azote de jipis y travestones cubiertos de purpurina que tanto abundaban por aquel entonces.

Actitud barriobajera, sudor negro, trajes de proxeneta y miles de horas malgastadas en pubs mugrientos.

martes, mayo 22, 2007

Groucho el ruiseñor

El inconmensurable Groucho Marx, cómico de cómicos, debutó a los quince años como cantante solista del grupo que conformó con sus hermanos, Los cuatro ruiseñores.
"Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros".
A pesar de su peculiar registro y de no ser un vocalista muy dotado, adoraba cantar.
Hete aquí una pequeña muestra de sus aptitudes.
Veinte años separan las dos secuencias.
En la última, Groucho demuestra estar en excelente forma a sus setenta años.
¡Genio y figura!


lunes, mayo 21, 2007

Cerrado por reformas



Hace unas semanas cerró sus puertas L’Estamperia d’Art, establecimiento fundado en 1789 que ostentaba el título de ser el más antiguo de Barcelona.
El lamentable estado de la fachada y del tejado atestiguan el deterioro del inmueble.
La parroquia del Pi, propietaria del edificio, ha decidido rehabilitarlo, mejor dicho, tirarlo abajo.
Probablemente se construirán apartamentos de lujo.
Tan píos arrendatarios han recibido una suculenta indemnización de manos del excelentísimo ayuntamiento.

A finales del año pasado el consistorio clausuró definitivamente la centenaria sala de baile La Paloma.

Un año antes se despidió de sus habituales la longeva sala Cibeles, en el solar que ocupa el viejo local se levantarán bloques de pisos.

A pesar de la crispación entre partidos, el cruce constante de bochornosos insultos, las actitudes chulescas, las amenazas y los escándalos acaecidos desde aquel 14 de marzo de 2004 en que los socialistas subieron al poder, el plano municipal no parece estar sujeto a grandes cambios.
Un gran número de barceloneses no se siente representado.

Poco ha cambiado en la Ciudad Condal desde los tiempos del alcalde Porciones, perdón, Porcioles.
El mandato de Don José María se caracterizó por un nefasto desarrollismo urbano que destrozó la ciudad a nivel arquitectónico haciendo trizas el plan Cerdà, y por una obsesión enfermiza por convertir nuestra urbe en eterna sede de ferias y congresos, pero también por una sensibilidad nula hacia los problemas reales de sus habitantes.

Años más tarde, el bardo Maragall, inspirado por los vapores de los aromas de Montserrat y por las enseñanzas de Albert Speer, arquitecto oficial del nazismo, soñó con una capital olímpica, nacional, flamante, aséptica, funcional y limpia de chusma y maleantes.

Ayudado por Samaranch, muy amigo también de los desfiles, los penachos y correajes, consiguió llevar a cabo su alienada empresa, el triunfo de la voluntad.
Fueron días de plazas duras.

En la actualidad, los moradores de la Villa Olímpica practican deporte con asiduidad, las disciplinas más comunes: carreras entre los cascotes que se desprenden de las fachadas y mil metros yonqui.

En 1997, Pasqual le cedió el testigo a su queridísimo amigo Joan Clos.

Entre sus numerosos logros cabe destacar el convertir, en nombre de la multiculturalidad, el Campo de la Bota en una inmensa extensión de hormigón baldía; el transformar el casco viejo de la ciudad en parque temático y pipi-can para mochileros y en conseguir, imbuido de postmodernidad, que el Raval, más que un barrio renacido de sus cenizas, sea un remedo imposible de horribles construcciones de última generación y callejuelas de Islamabad.
Su revolucionario método de demolición sirviéndose de túneles, en el barrio del Carmelo resultó de lo más eficaz, le sirvió para hacerse con la cartera del Ministerio de Industria.

Jordi Hereu ocupó su cargo.
A Clos se le habían abierto algunos expedientes disciplinarios por ser un desmañado bailarín de samba, algo realmente inconcebible en nuestra mundana metrópoli.
Así que se instaló en Madrid y dejó al Sr. Hereu a cargo de la “botigueta”.

El diligente heredero cumple a las mil maravillas con su cometido, le sienta estupendamente la bata azul de tendero, resulta de lo más zalamero, y no dudará en estafarte con el peso aprovechando cualquier despiste.
En sus manos, perpetuar el último plan municipal, acabar, en beneficio de todopoderosas multinacionales, con la identidad y el tejido social del barrio de Pueblo Nuevo.

Conforme pasan los años, nuestra ultrajada ciudad se asemeja cada vez más a uno de sus más tétricos símbolos, la Sagrada Familia.
Eternamente inacabada, pasto de los turistas y más fea y desagradable con cada nuevo añadido.

Las principales formaciones políticas llaman a la movilización ante la enorme abstención que reflejan los últimos sondeos.

Este domingo, los barceloneses, antes que acudir a las urnas, preferirán invadir las playas en busca de un buen melanoma o se tirarán al monte ávidos de caracoles.

Y nuestros dirigentes se extrañan.

viernes, mayo 18, 2007

¡Viva la banda!

The Band se embarcó en una larguísima gira que duró de 1959 a 1976.
Primero como músicos del cantante Ronnie Hawkins, después como acompañantes de Bob Dylan.

A finales de los años sesenta publicaron su primer trabajo en solitario.
Un oasis, un soplo de aire fresco entre latosos grupos dinosaurio e interminables empanadas sinfónicas.

A pesar de su origen canadiense, sus componentes parecían sacados de un destacamento sureño de la guerra de Secesión o de un camión cargado de oakies durante la Gran Depresión.
Nada de pantalones de campana y camisas de paramecios.

Sus magníficas canciones barajaban a las mil maravillas sonidos country y música negra.
Grandiosa sencillez.

¡Muerte a los Allman Brothers! ¡Viva the Band!

¡Feliz fin de semana!

martes, mayo 15, 2007

¿Qué me pasa, doctor?


Una intervención quirúrgica sin importancia me ha obligado a guardar reposo unos cuantos días.

He aprovechado la convalecencia para pasar un montón de horas delante del televisor.
Desgraciadamente ya no se cabalgan praderas, se cruzan líneas enemigas o se asaltan furgones blindados.

Autopsias pantojiles aparte, he constatado con profundo desagrado que la medicina está en boga y ocupa gran parte de la programación.

Las series ambientadas en hospitales proliferan como setas.
Facultativos, sanitarios, practicantes y conductores de ambulancias han alcanzado la categoría de héroes.

La modernidad canta las excelencias de productos tan planos, tediosos y monótonos como Dr. House o Anatomía de Grey.

No es una moda reciente.
A finales de los años treinta del pasado siglo, el serial radiofónico Dr. Kildare gozaba de gran popularidad en los Estados Unidos.
También tuvieron mucho éxito las películas protagonizadas por el pacifista Lew Ayres y más tarde la serie televisiva que interpretó en la década de los sesenta Richard Chamberlain, infame actor que con el paso de los años se asemeja cada vez más a un diabólico muñeco de ventrílocuo.

Durante años St. Elsewhere (A cor obert), culebrón cuya acción transcurría en una clínica de Boston, hizo las delicias de los telespectadores catalanes.

En esta tierra siempre se ha sentido una morbosa debilidad por los males ajenos y las funciones corporales.
Las afecciones, la escatología (arraigadísima costumbre navideña la del “caganer” en el Belén) y el estado del tiempo (el parte meteorológico del canal autonómico dura horrores), ocupan gran parte de nuestras conversaciones de ascensor.

El entorno sanitario siempre ha despertado pasiones, pero creo que hoy en día hemos llegado al paroxismo.

Sagas hospitalarias al margen, una cadena privada emite un penoso reality-show en el que cuatro desgraciados, carne de psiquiátrico, se someten contentísimos a un sinfín de operaciones de cirugía estética para cambiar todo aquello que les desagrada de su fisonomía y figura.

En esta desquiciada época de exagerado culto al cuerpo, nos miramos hasta la última micra de piel, nos alarmamos ante la más leve de las molestias, rendimos culto y pleitesía a la profesión médica.

No es de extrañar que el personal idolatre a aquellos individuos que tienen el poder de sanar y de convertir a golpe de bisturí al gusano en mariposa.

Esta veneración ha provocado una gradual deshumanización por parte de la profesión médica.

El paciente es únicamente un compendio de órganos y patologías, un trozo de carne, una cabeza de ganado.
Pocas veces se tienen en cuenta lo sentimientos y la dignidad de la persona.

La ciencia médica avanza a pasos agigantados, se encuentran remedios para infinidad de dolencias y los tratamientos son cada vez menos agresivos, pero en la mayoría de los casos no se tiene en cuenta el factor humano, tan o más importante que una intervención o un medicamento a la hora de superar una enfermedad.

Hemos dejado de lado el espíritu en favor de desarrollados bíceps, labios recauchutados, abundantes cabelleras y estómagos planos.
Los medios nos bombardean constantemente con imágenes de gente joven, saludable, magra y vigorosa.
Hay que estar sanísimo, lucir palmito, músculo, bronceado y sonrisa a lo Clark Gable.

Esta alienada sed de perfección puede resultar muy peligrosa.
Todos tenemos un punto vanidoso, transfigurados en Dorian Grey, nos aterra la vejez, nos deprime la enfermedad y detestamos cualquier imperfección física.

Pero sin alma, hasta la más esplendorosa de las estatuas griegas, atestada de botox y silicona, corre el riesgo de convertirse en la más monstruosa de las criaturas.

miércoles, mayo 09, 2007

La semilla del diablo

Por motivos ajenos a mi voluntad debo ausentarme y no podré estar con ustedes hasta dentro de unos días.
Les dejo en sobrecogedora compañía.

¡Aterrador! ¡Espeluznante!

Hombres de peso


La Iglesia y la Mafia siempre han compartido el gusto por la buena mesa.
El poder de sus representantes se mide en kilos, cuanto más rollizos, más estatus.

Los componentes de los dos estamentos se han sentido muy a gusto desde tiempos inmemoriales en mutua compañía, son de buen comer y practican el voto de silencio.
Quien calla otorga.

Este excelente plato siciliano se sirvió en la reunión que mantuvieron en mayo del año 58 del pasado siglo, el capo Angelo Cannada y el padre Carmelo, superior del convento franciscano de Mazzarino.

MACARRONES A LOS BRÉCOLES

Ingredientes para 4 personas

400 g de macarrones
400 g de brécol
400 g de tomate triturado
2 cebollas medianas (finamente picadas)
2 dientes de ajo (finamente picados)
60 g de piñones
12 filetes de anchoa (finamente picados)
Albahaca fresca (finamente picada)
Pimienta de cayena (1 guindilla)
Aceite de oliva (4 cucharadas soperas)
Sal
Pimienta negra
Queso pecorino o parmesano rallado

Vierta el aceite de oliva en una cazuela y rehogue ligeramente la cebolla, añada los dos dientes de ajo, el tomate triturado, el brécol troceado y bien lavado, la guindilla, sal y pimienta al gusto y cueza a fuego lento durante unos treinta minutos.

Pasados los treinta minutos, incorpore los filetes de anchoa, los piñones y la albahaca.

Hierva la pasta, siempre destapada, en abundante agua con sal y no se exceda con el tiempo de cocción, es preferible que la pasta quede algo dura.

Mezcle la pasta con la salsa y añada queso pecorino al gusto.

Patri nostru, chi siti 'n celu,
Sia santificatu lu vostru nomu,
Vinissi prestu lu vostru regnu,
Sempri sia fatta la vostra Divina Vuluntati
Comu 'n celu accussì 'n terra.
Dàtinillu sta jurnata lu panuzzu cutiddianu
E pirdunàtini li nostri piccati
Accussì comu nui li rimittemu ê nostri nimici
E nun ni lassati cascari ntâ tintazzioni,
ma scanzàtini dû mali.
Amen.

martes, mayo 08, 2007

Un silesiano em Tampico


Ahora que se hace cada vez más difícil ir al cine para pasar un buen rato y evadirse de la triste realidad, uno tiene que acudir a su videoteca y buscar un par de esas películas que le alegran a uno el día y que despiertan nuestra envidia por el buenhacer artístico de nuestros antepasados.

Una de las películas que sin duda se merece volver a ver es El tesoro de Sierra Madre del añorado John Huston.

Como en los grandes clásicos (también de la literatura) se aúnan la aventura, el entretenimiento y el exotismo, sin perder un ápice de crítica social.
Pocas veces encontramos una descripción tan bien lograda de la avaricia humana, mientras asistimos pegados al sillón a las desventuras de ese trío de buscadores de oro en tierras mexicanas.

Para ello John Huston adaptó a la pantalla la novela del mismo título, publicada veinte años antes y que se había convertido en un éxito de ventas en Alemania.
Buscó la complicidad de unos actores que se salen de la pantalla y una vez terminada la Segunda Guerra Mundial se reunió con un tal Hal Croves, el supuesto agente del autor, en el Hotel Reforma de la ciudad de México y en Acapulco.

Huston no sabía que estaba negociando las condiciones de la adaptación con el mismo autor de la novela, B. Traven, que durante el rodaje haría muy buenas migas con Humphrey Bogart en San José Purúa, un balneario del estado de Michoacán.

La película fue todo un éxito, pero el misterio del autor siguió sin ser descubierto.
¿Quién era ese hombre, típico producto de la paradójica cultura germánica, anarquista y antisemita al mismo tiempo, que había conquistado, al por otra parte poco propenso a relacionarse con los alemanes, Humphrey Bogart?

La vida y obra de B. Traven sintetiza como pocas el devenir del siglo XX.
Autor de clásicos del género de aventuras como El barco de la muerte, Los pizcadores de algodón, El tesoro de Sierra Madre o Puente en la selva, Traven fue un precursor de los escritores invisibles, un buen conocedor de los modelos de la literatura de aventuras, a los que dio la vuelta en sus novelas, adaptándolos a los locos años que se vivían Europa por entonces.

Las teorías sobre su origen son múltiples, pero yo estoy convencido, porque no dejo de ser un hombre sentimental, que nació a finales del siglo XIX en alguna localidad de Silesia, esa hermosa y próspera región que Federico de Prusia arrebató a María Teresa a mediados del siglo XVIII (y que ya entonces era uno de los principales exportadores europeos a América).

Feige/Marut/Torsvan/Traven fue novelista, actor teatral y revolucionario en esos convulsos años europeos, que ya gestaban en su vientre la semilla de los totalitarismos.

Así que después de un matrimonio fracasado y una hija a la que nunca reconoció, una meteórica carrera en los escenarios alemanes y su participación para la proclamación de la República Socialista de Baviera, Traven decidió hacer las Américas, pasando primero por Londres.

Parece ser que se enroló como carbonero en un mercante noruego, pero en una escala en Tenerife desapareció.
Nadie sabe cómo en 1924 estaba ya instalado en Tampico (donde viviría hasta 1931), ejerciendo los trabajos más inverosímiles.
Ya había sobrepasado los cuarenta y su experiencia era larga.
Empezó a escribir como poseído por el demonio de la creación y rápidamente la recién creada editorial alemana Büchergilde Gutenberg le hizo un contrato en exclusiva.

Durante seis años se dedicó a viajar (participó en una expedición arqueológica a la famosa Chiapas, que ahora está en boca de todos los alternativos de salón) y escribir. Mientras sus libros se vendían como churros en Alemania (aunque con una sintaxis desmañada, sus ficciones cautivaron a cientos de miles de lectores), Traven, quizá por miedo a los asesinos a sueldo, decidió mantener el anonimato.

En julio de 1930 consiguió una tarjeta de residencia a nombre de Traven Torsvan, ingeniero norteamericano (¡viva la mordida!) y a partir de entonces utilizó varios pseudónimos, entre ellos el más conocido el de B. Traven (ya en Alemania firmaba sus encendidos escritos revolucionarios con el nombre de Ret Marut; incluso llegó a publicar en Solidaridad Obrera durante la guerra civil española).

Sin embargo, con la llegada de los pardos al gobierno de Alemania, los libros de Traven fueron prohibidos y el autor se vio obligado a buscarse editor en Suiza y Holanda.

A partir de 1934 se empezaron a publicar las traducciones inglesas de sus novelas.
Tal como escribe el argentino Ricardo Piglia el tren es un lugar mítico para la literatura y es allí donde se forjó el éxito internacional de Traven.

En un tren camino de un pueblecito de Michoacán viajaba Esperanza López Mateos, traductora y directora de la editorial mexicana Masas y hermana del que fuera presidente de la república entre 1958 y 1964.
Había quedado con B. Traven para hablar de su obra y traducirla al español (lo que haría a partir de 1941).

Viajaban uno al lado del otro sin saberlo hasta que se encontraron de nuevo en el andén. Ella se convirtió en su agente y traductora al español y consiguió que su obra se conociera en todo el mundo.

Sin embargo, en 1951 López Mateos cayó en la tentación del suicidio en el país de la muerte.

Un año después Traven conoció a Rosa Elena Luján, que vino a suplantar la figura de la primera, y ésta se convirtió en su nueva agente, traductora al español, secretaria y heredera de sus derechos, y con la que se casó en 1957.

El mito de B. Traven se fue extendiendo por todo el mundo, pero él ya no escribiría nada con la fuerza de sus primeras novelas.
El 26 de marzo de 1969 Traven falleció en su domicilio de la calle Mississippi 61 de México D.F.

En España sigue buscando editor.

Maximilian von Czernowitz

viernes, mayo 04, 2007

Desmadre a la americana

El gamberro de John Belushi, Dios lo tenga en su gloria, gastándole un bromazo en directo al intragable Joe Cocker.
¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

¡Feliz fin de semana!

miércoles, mayo 02, 2007

Gran Sam

El Sr. Sam Cooke.
Una de las voces más sobresalientes y elegantes de todos los tiempos.
Un intérprete soberbio.
Un cantante excepcional que se llevó de manera brutal el odio racial.
¡Gran Sam!