martes, febrero 06, 2007

Hoy tuve un día muy difícil


El pasado 28 de enero el compositor checo Karel Svoboda se volaba la tapa de los sesos en su casa de Jevany en las afueras de Praga.

Nacido en la Navidad de 1938 en la Praga ocupada por los vocingleros muchachotes de pantalón corto, estudió para ser dentista, pero ya de joven vio que lo suyo era la música. Miembro de la legendaria banda de rock checo Mefisto, compuso para la compañía Laterna Magica y para cantantes como Karel Gott, Václav Neckář, Helena Vondráčková y Marta Kubišová, nombres que aquí no dicen nada, pero que en su país son verdaderas leyendas.
Por lo que seguramente muchos le conocerán es por ser el autor de la banda sonora de esa serie de animación alemana llamada La abeja Maya, que causó las delicias de muchas generaciones de niños y que una vez revisionada, no pierde ni un ápice de ternura y dramatismo.


Su segunda mujer encontró el cadáver de su marido en el jardín de su casa. No había tenido una vida fácil. Su primera mujer murió de cáncer, perdió una hija de su segundo matrimonio por el mismo motivo y él mismo se salvó por los pelos de un accidente de coche a finales de 2003. Pero seguramente ninguna de estas razones (de peso) le llevó a optar por un final tan drástico, pues los centroeuropeos saben capear cualquier contratiempo a base de un humor más negro que el café turco. Uno opta por creer que o bien abusaba del Becheróvka (ese licor de hierbas checo que produce alucinaciones) y veía a la abeja Maya por todas partes o bien, decidido a tirarse por la ventana de su casa de un piso (por eso Kafka se fue a vivir a con su hermana a una casita cerca del Castillo) y ver que la altura era insuficiente, decidió en última instancia agarrar la vieja pistola de su padre y ahorrarse el esfuerzo de volver a tener que subir las escaleras después de tirarse desde la ventana (que se lo digan sino a Roman Polansky).


Y es que no poder seguir la gran tradición checa de arrojarse uno mismo o arrojar a otro por la ventana tiene que suponer una gran frustración. Desde la famosa revuelta husita de 1419, cuyos caciques arrojaron por la ventana del ayuntamiento de Praga al alcalde y sus concejales, pasando por la fallida defenestración de 1618, que a pesar de caer los defenestrados sobre un montón de estiércol y salvar el pellejo provocó la guerra de los Treinta Años, hasta la defenestración del hijo del padre de la moderna nación checa Jan Masaryk, al que la policía secreta arrojó desde su apartamento un 10 de marzo de 1948, los checos se han pasado la vida arrojándose o arrojando a otros por la ventana.


Y Svoboda fue fiel a esta entrañable tradición centroeuropea hasta el penúltimo día de su vida, cuando por motivos ajenos a su voluntad tuvo que traicionarla. Cuando compuso la banda sonora de La abeja Maya seguro que la tenía en mente. La protagonista de la serie lo que quiere a todo costa es volar, cueste lo que cueste. Ignoramos si el escritor checo Bohumil Hrabal era seguidor de la serie, pero cuando vio aparecer por la puerta del hospital donde estaba ingresado a su biógrafa, decidió que lo mejor era arrojarse al vacío desde la ventana.

Quién mejor sino István Örkény, el escritor húngaro muerto en 1979, para rendirle un homenaje a Karel Svoboda (que en checo significa libertad) y a todos aquellos que juegan con las abejas en el abismo:


La muerte del actor (en traducción de Judit Gerendas)


Hoy en la tarde, en una de las calles laterales a la avenida Üllöi, perdió el conocimiento y cayó desmayado Zoltán Zetelaki, el popular actor.

Los transeúntes lo llevaron a la clínica más próxima , pero resultó vano todo intento por resucitarlo con los avances más recientes de la ciencia, incluido el uso de un pulmón de acero. El excelente actor, después de una larga agonía, falleció a las seis y media de la noche; su cuerpo fue trasladado al Instituto de Anatomía.

A pesar de ese trágico acontecimiento, la representación de esa noche de El rey Lear transcurrió sin contratiempos. A pesar de que Zetelaki se retrasó un poco, y en el primer acto se le notó extremadamente cansado (en algunos momentos fue evidente que requería de la ayuda del apuntador), luego se encontró a sí mismo, y la muerte del rey ya la representó con una fuerza tan convincente, que recibió un aplauso estruendoso.

Después lo invitaron a cenar, pero no fue. Se limitó a decir: “Hoy tuve un día muy difícil.”


Maximilian von Czernowitz

4 comentarios:

Blogger elmundoensusmanos ha dicho...

Uno escribe "checo" y "arrojado" en Google y se encuentra por ejemplo:

La única estatua de bronce del puente Karluv Most (Puente Carlos), en Praga, es la de San Juan de Nepomuceno (que fue convertido en martir tras ser arrojado del puente ).

El Mal-entendido de Albert Camus relataba un hecho policial cuyo comienzo faltaba pero que había debido ocurrir en Checoslovaquia. La hermana se había arrojado a un pozo. Debemos de haber leído esta historia miles de veces.

La fama de los checos se onfirma...
¡Una costumbre que no importaremos a España!
¡Arrojar y ser arrojado!
Al principio puede ser divertido,
¿pero luego?
¡Creo que ya no me atreveré nunca a conversar con una hermosa checa en una terraza, en una suave tarde de primavera!

12:29 a. m.  
Blogger zola ha dicho...

Bueno, si no te atreves a conversar, prueba a bebértela...;P
El articulo es magnífico.
Salud y suerte.
Gabi

8:23 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

excelente, extraño y sorprendente artículo...
¿no vio Bohumil una paloma en la ventana?
Nunca inmaginé que el gag del quimérico inquilino tenía un trasfondo de tradición cultural!

suyo de Ud,

patrick

2:14 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¿Una paloma?
La atrosis galopante y acahaques varios causados por la gastronomía checa y la ingesta masiva de jarras de cerveza, postraron al Sr. Hrabal en una cama de hospital.
Suficiente desgracia era no poder acudir cada tarde a su taberna favorita, El Tigre de Oro. A eso súmale las visitas diarias de su, por decirlo así, insistente biógrafa.
No pudo soportarlo.
¿Nadie se acuerda de Pan Tau?
Ese señor vestido de negro, tocado con sombrero hongo y paraguas que también volaba.
O defenestró o lo han defenestrado.
¡Vivan los entresuelos y las plantas bajas!

Un abrazo,

Ivo

2:25 p. m.  

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