miércoles, diciembre 20, 2006

El casero les desea Felices Fiestas

La portera de la finca donde tenemos el despacho alquilado, una simpatiquísima malagueña de Ronda, ha dedicado parte de la mañana a colgar adornos navideños en las paredes del vestíbulo. Ha pagado las guirnaldas de su bolsillo, el propietario de toda la finca, y de algunas más, no tenía intención de engalanar la entrada, menudo despilfarro, así que ella ha echado mano del modesto sueldo que él normalmente siempre le paga con retraso para darle un toque navideño a la finca, bendita sea. Ya lo decía mi abuela, las grandes fortunas no se amasan ganando mucho, sino gastando poco.


En uno de los pisos vive una señora nonagenaria, madre de un eminente político, antiguo alcalde y ministro, no daré más señas, no tengo intención de amanecer cubierto de algas, con cincuenta kilos de cemento en los pies bajo el casco de una Golondrina.
Esta mujer, que supongo pagará un alquiler tan ridículo como su pensión, vive en condiciones realmente precarias, rozando el umbral de la pobreza.
Hombre piadoso nuestro bienamado arrendador, reza a diario y pide en sus oraciones que esta buena mujer abandone de una vez este valle de lágrimas y deje de sufrir, así podrá dividir su vivienda en cuatro despachos por los que pedirá una insignificante renta.

Suele verse al arrendatario como a un universitario descerebrado y poco amigo del mobiliario urbano que música a todo volumen convierte su morada en una porqueriza infestada de greñudos que abusan de mil y una sustancias, un multitudinario botellón sin fin, Sodoma y Gomorra.

El otro perfil de alquilador es el del magrebí o subsahariano que comparte caja de cerillas con sus cincuenta y dos compañeros de patera. Ya se sabe, pasado Algeciras la higiene brilla por su ausencia. El recoleto pisito plagado de moscas, chinches, cucarachas y vaya usted a saber qué, el hedor que desprenden sus zapatos baratos almacenados en el descansillo, los moros tienen la curiosa costumbre de descalzarse incluso en la iglesia, mezclado con el olor a sudor, cebolla, cordero degollado y especias exóticas, resulta francamente nauseabundo.
Eso siempre que se trate de diligentes jornaleros o porteadores, en el peor de los casos tendrá usted en su casa una célula islamista, con el consiguiente riesgo de que su apreciada posesión vuele en mil pedazos.
Con los abueletes suele pasar algo parecido, con la edad se vuelven cada vez más despistados, y amantes como son del brasero y de la catalítica, además de un estorbo son una constante amenaza de bomba. Dichosa manía la de aferrarse con tanta fuerza a la vida. Criando malvas en el camposanto estarían mucho más cómodos que en sus gélidas vivendas de renta vitalicia.

El honrado propietario está totalmente desamparado. La única manera de librarse de la chusma es cobrando unos alquileres más que jugosos. El dinero da fuste y distinción. El casero vela constantemente por nuestros intereses. Subimos el alquiler para protegernos y para proteger al resto de vecinos, aluden. Si van a vivir un montón de extracomunitarios asquerosos hacinados entre cuatro paredes, por lo menos que paguen. Eso sí, la procedencia del dinero les importa un bledo.

Es tal el celo de nuestro querido arrendante, que durante años impidió que los moradores subieran al terrado a tender la ropa. Adujo motivos de seguridad.
“No permito que nadie suba porque muchos se tiran”.
¿Eso antes o después de haberle pagado el mes?
Más tarde se decubrió que había dado su beneplácito, sin haber consultado a los vecinos, para que instalaran una antena de telefonía en el “terrado de los suicidas”, cosa que le hubiera ocasionado pingües beneficios. Gracias a Dios, la presión vecinal ha conseguido parar las obras.

La Navidad está a la vuelta de la esquina, paz en la Tierra a los hombres de buena voluntad.
De los miserables que llenan sus arcas aprovechándose de los más desfavorecidos, poco se puede decir.
Nosotros celebraremos las fiestas con familiares y amigos.
Los malditos especuladores se sentirán la mar de acompañados rodeados de su cochino dinero. Que les aproveche.




jueves, diciembre 14, 2006

Queridos fantasmas

Sigo en mis trece, defendiendo la Navidad a capa y espada, ni los estúpidos omnipresentes anuncios de juguetes y perfumes, ni las colas ni empellones en las tiendas, ni los atascos, ni los pedigüeños rumanos disfrazados de Papa Noel, ni las hordas de auxiliares administrativas borrachas, ni las estampidas en los supermercados, ni la histeria generalizada conseguirán que cambie de opinión, me encantan estas fechas.


Barcelona resplandece, la gente cargada de bolsas y paquetes, los bares y restaurantes a reventar, las calles llenas de gente.
Para un “ratpackista” declarado como yo, es un auténtica maravilla.
Se siente uno como Frank, Dean, Sammy, Peter y Joey deambulando a sus anchas por Las Vegas.
Luces, fiestas, ostentación, copas, bufés repletos de exquisiteces, corbatas y pitilleras de regalo.

De todo el mundo es sabido que Rat Pack es el nombre que recibe la cuadrilla conformada por Frank Sinatra y sus secuaces, una alegre pandilla que brilló con luz propia entre finales de la década de los cincuenta del pasado siglo y principios de la década posterior. Tenían talento, fama, fortuna y les gustaba vivir a lo grande, quemando hasta el último cartucho.

Al contrario de lo que mucha gente cree, el Rat Pack no fue una invención de Frankie "Ojos Azules".
El Holmby Hills Rat Pack era la camarilla habitual de Humphrey Bogart. Cuenta la leyenda que Lauren Bacall se encontró en la piscina de su casa a su marido y sus compinches después de cinco de cinco días de juerga ininterrumpida. Ante la visión de tan lamentable espectáculo exclamó: "You look like a goddamn rat pack!" (“¡Parecéis una maldita pandilla de ratas!").

Es curioso, mi abuela materna utilizaba la palabra Rattenpack para referirse a un grupo de maleantes, golfos o calaveras. Pack, tanto en alemán como en yiddish, significa gentuza, chusma.
Es muy posible que Bacall, judía neoyorquina, adaptara al inglés una expresión totalmente centroeuropea.

Del Rat Pack primigenio sólo vive Lauren Bacall, de la segunda formación, colea el bueno de Joey Bishop.
Constantemente me sorprendo recordando a un montón de personas que nos dejaron. A diario veo películas, escucho discos y leo libros de gente que abandonó este mundo hace tiempo.
No me considero un nostálgico, no añoro mi infancia, todavía menos mi adolescencia, ni a aquellos amigos con los que hace años que no tengo trato, ni relaciones pasadas, ni los trabajos o pisos que he dejado. Rememorar constantemente situaciones y hechos pretéritos se me antoja una aburridísima e innecesaria pérdida de tiempo, prefiero emplear toda esa energía en tratar de hacer mucho más grato el día a día. No mires atrás.

Por el contrario, mi mundo de ficción, mis sueños y fantasías están totalmente ancladas en el pasado, pobladas de brumas y sombras.
Viejos retratos familiares, hombres y mujeres en blanco y negro, discos que crepitan, novelones decimonónicos, antañones programas radiofónicos, sombreros de ala ancha, coches antiguos, damas enguantadas, cines cargados de humo.

Estas fechas en las que se conmemora un nacimiento resultan de lo más evocador. En la tierra de mis ancestros la Navidad tiene una gran carga espiritual. Se festeja como por estos lares, pero también se recuerda con cariño a aquellos, que aunque ya no pueden comer turrón, siguen estando entre nosotros.

Cientos de millones de personas veneran al Niño Jesús, mi religión es otra, permítanme que rinda pleitesía a mis queridos fantasmas.

martes, diciembre 12, 2006

Florence

Nochebuena de 1916

Los oficiales del Royal Flying Corps disfrutaban de un merecido permiso navideño.
Tras una cena a base de pavo con guarnición, pudin y un excelente Borgoña, celebraron el tradicional oficio religioso donde, además de los villancicos a la luz de las velas, se recordó y honró a todos los valientes del regimiento caídos en combate.

Al salir de la iglesia se dirigieron al pub Almirante Nelson dispuestos a acabar con todas las existencias.
Los hermanos Huw y Tom Morgan, como buenos galeses, no tardaron ni dos minutos en sentarse al piano.

A pesar de la alegría reinante, Ronald McCudden no estaba de muy buen humor esa noche, se sentía muy lejos de su ciudad natal, de los suyos y de su prometida.
Hasta que apareció ella, Florence, una preciosa muchacha pelirroja de ojos verdes que servía pintas en la barra y ocasionalmente cantaba entre las mesas.
Había visto la mirada triste de Ronald en cientos de soldados. Ella también se sentía muy sola esa noche. Su padre, marino de oficio, había abandonado a su familia hacía mucho tiempo, su madre, aficionada a la ginebra, vagaba por los muelles como un alma en pena.

Al momento se sintieron muy a gusto el uno con el otro, pese a su vulgaridad, Ronald quedó encantado con las espontaneidad y jovialidad de Florence; a Florence le pareció un joven sensible y refinado, todo un caballero. La acompañó a la habitación de su pensión cuando el bar cerró sus puertas.

Quedaron en verse por la mañana. Al día siguiente le regaló el sombrero más bonito que había visto en su vida, le prometió que se lo pondría todos los domingos para ir a misa, iba a ser la envidia de todo el vecindario.
Pasaron unos días maravillosos, la felicidad de la pareja se truncó a principios de año. Tenía que partir a Calais y unirse a su regimiento.

Le explicó a su vez que pertenecía a una familia muy antigua y considerada, que estaba prometido desde hacía años, y que a pesar de haber disfrutado mucho estando con ella, no podía volver a verla. Depósito varios billetes en su mano y le deseo buena suerte.

Dos semanas después, el avión que pilotaba fue abatido en Auixi Le Chateau.


27 de septiembre de 1917, ocho y veinte de la tarde

Causa de la defunción:
la paciente Florence Allingham de 19 años de edad, cuadro de anemia, tuberculosa, falleció a causa de múltiples hemorragias después del parto. El niño nació muerto. Padre desconocido.
Madre e hijo recibirán sepultura en la fosa común.
Entre sus escasas pertenencias se ha encontrado, además de un ajado vestido y un sombrero, esta fotografía que tal vez nos ayude a dar con el paradero de algún familiar, amigo o conocido.















Dr. Arthur F. Bell
Hospital del Buen Samaritano
Dover


La ilustración es de Oriol Roca. No pueden perderse su impresionante blog:

http://oriolator.blogspot.com/

lunes, diciembre 11, 2006

Qué bello es vivir

Adoro la Navidad.

Dos semanas mágicas repletas de reencuentros, celebraciones, luces y presentes.
Todo el mundo luce sus mejores galas, los críos empapados en colonia, las casas engalanadas, la mesa profusamente decorada y bien surtida. Se hacen regalos, se come, se bebe, se ríe, se canta.

Me sorprende que año tras año cada vez más personas, particularmente las de mi generación, renieguen de tan entrañables fiestas. Detestan el consumismo desaforado, la sola idea de tener que buscar un solo obsequio les provoca urticaria, no soportan las reuniones, tiemblan ante la idea de engordar un solo gramo, huyen de la resaca y lo único que desean es que no se prolongue demasiado la agonía.
La verdad, se me antoja muy extraño que a alguien le horrorice colmar y que le colmen de regalos, ir hecho un pincel y dar cuenta de una excelente comida acompañado de familiares y amigos.

Sin ánimo de resultar agorero, para lo que nos queda de planeta, creo que lo mejor es disfrutarlo y dejarse de pamemas. De seguir así, en menos que canta un gallo celebraremos la Nochebuena en camiseta y calzón corto, no quedarán abetos que decorar, ni musgo para el Belén, ni langostinos, ni besuguito, ni carne para la escudella. Nuestra codicia desmesurada y la estulticia de la que hacemos gala los seres humanos nos están conduciendo a un final irreversible.

Recuerdo una película de ciencia ficción de Richard Fleischer de principios de los años setenta protagonizada por Charlton Heston y Edward G. Robinson en su último papel. “Cuando el destino nos alcance”, creo que se llamaba.
Heston interpreta a un encallecido policía de Nueva York. Corre al año 2022 y los recursos naturales están prácticamente agotados. La mayoría de la población se alimenta de Soylent Green, una especie de galletas elaboradas con plancton marino. Al final se desface el entuerto y resulta que los pastelitos de marras están hechos con cadáveres.

Así que antes de que tengamos que merendarnos al vecino sudando la gota gorda, voto por dejar de lado prejuicios antinavideños y vivir con ilusión e intensidad estos días.
¡Vivan los villancicos, las calles iluminadas, las zambombas, los atracones, las cabalgatas, los sorteos de lotería, los polvorones y el abuelo achispado!

Lo único que echo en falta es la programación televisiva navideña de antaño. Esas películas de siempre con la maravillosa “Qué bello es vivir”a la cabeza, esas series, esos programas especiales; las uvas ya no saben igual desde que no están Martes y Trece.
Estas Pascuas, más de lo mismo, bochornosa comedia con niño gordito, dibujos animados de cuarta categoría, galas casposas, villancicos desde la cárcel y mucho polígrafo.

No todo se reduce a lo más primario, también vivo con intensidad la parte más espiritual de estas Fiestas, aunque la mía no es una espiritualidad religiosa, entiendo que para muchos cristianos el nacimiento de Jesús sea motivo de celebración y alegría, no tengo absolutamente nada en contra de este señor, pero se me antojan imperdonables las barbaridades que la Iglesia ha cometido, y sigue cometiendo hoy en día, en su nombre. Aborrezco las sotanas y no creo en la figura del Altísimo ¿Es justo que un hijo de mala madre como Augusto Pinochet muera plácidamente en la cama de un hospital a los noventa y un años de edad y no colgando de una soga mientras miles de niños fallecen a diario de hambre? ¿Dónde está ese Dios tan piadoso?

Dicen que cuando muere un personaje relevante (terribles los “méritos” que hicieron célebre al dictador chileno), transcurridos unos días fallecen dos personalidades más.
Además del tirano nos ha dejado Lauren Postigo. Sus crímenes no fueron tan terribles como los del general, juzguémoslo con indulgencia. Esperemos que los Reyes Magos nos anuncien que se ha ido al otro barrio el comandante Castro, otro déspota que en nombre de la libertad y en enconada lucha contra el imperialismo tiene a toda una isla en un puño.



jueves, diciembre 07, 2006

Ruego me disculpen

Queridos amigos,
por motivos ajenos a mi voluntad, exigencias laborales, me ha resultado del todo imposible, y muy a mi pesar, escribir una sola línea para el blog a lo largo de esta semana.
Ruego acepten mis más encarecidas disculpas.
He echado mano de mi modesto fondo de archivo y me he topado con una entrevista de lo más jovial que nos hizo hará cosa de algunos meses la revista Freek Magazine a los Soberanos.

Confío resulte de su agrado.

Aprovecho esta misiva para invitarles a un pequeño evento:

Nos complace invitarles a la epatarrante sesión de música enlatada que El Trío Calaveras, compuesto por tres pesos pesados del levantamiento de jarra, campeones invictos de la barra fija y noctámbulos irredentos de la Ciudad Condal (Gabi Soto, Pablo Jiménez e Ivo von Menzel), ofrecerá el día nueve del presente (Sta. Leocadia), a partir de las once de la noche en el coolest place in town de Barcelona, The Rat King.

Sábado 9 de diciembre, 11 de la noche
El Trío Calaveras (pinchadiscos retrosincris)
en
The Rat King

Pasaje Marimón, 17 (entre Muntaner y Casanova)



¡Copas! ¡Diversión! ¡Charme! ¡A touch of class! ¡No se lo pierdan!
La dirección del establecimiento ruega un mínimo de higiene personal y corrección en el vestir. Muchas gracias.



ENTREVISTA APARECIDA EN LA REVISTA FREEK MAGAZINE

Se dice, se cuenta, se rumorea que cuando se creó el grupo allá por el 96, ninguno de sus fundadores tenía ni pajolera idea de tocar… ¿es cierto? (Ahora mismo lo disimuláis muy bien, chicos…)
¿Qué lenguas viperinas afirman tal cosa? ¡Vil calumnia! ¡Ponzoñosa mentira!
Los Soberanos son músicos consumados, virtuosos, Paganinis.
Los fundadores se conocieron en el Conservatorio Wolfgang Amadeus Mozart de Salzburgo, donde cursaban un seminario estival de perfeccionamiento de técnica instrumental. Ivo, el cantante, pasó ese verano estudiando con Alfredo Krauss, nuestras coristas, Cris y Ceci, hacían sus pinitos bajo la tutela de Victoria de los Ángeles.
Decidimos montar la banda como mera diversión, pensamos que la música ligera no tenía porque estar reñida con la clásica. Pregúntenle a Luis Cobos.

¿Fue esa inexperiencia la razón de tardar casi diez años en sacar un LP o había otras razones de fuerza mayor?
¿Ya han pasado diez años? De todos es sabida nuestra proverbial pereza. No, ahora en serio, no creemos que la demora se deba a nuestra inexperiencia, hoy en día, con las nuevas técnicas de grabación, puedes conseguir que un mindundi con un Casiotone desafinado suene como la E.L.O.
La cosa va por otros derroteros, los más que patéticos triunfitos pueden vender millones de copias masacrando un tema de Los Brincos, pero si te dedicas a rescatar canciones pop españolas de los sesenta, te ganas el destierro discográfico. Hasta ahora nadie había reparado en nosotros.

Aunque lo vuestro sea el maratón ye-yé, os atrevéis con versiones de artistas dispares: Bruno Lomas (“Ayer cumpliste los 16”), Los Flecos (“Vales poco para mí”) o el mismísimo Dúo Dinámico (“Amor amargo”). ¿Cuál es el criterio de selección a la hora de abordar tanto clásico?

El criterio de selección es de lo más sencillo, basta que sean canciones de los años sesenta.

No se os escapan ni los hits de allende el océano: Caterina Caselli, el “Bad Boy” de Larry Williams y el “Soldier of Love” que inmortalizaran los Beatles o ese pedazo de “For Your Love” que Graham Gouldman regalara a los Yardbirds… ¿Lo de hispanizar las versiones es un guiño al pasado o simples ganas de reivindicar nuestro idioma? (¡Santiago y cierra España!)
Somos un conjunto ye-yé, que no un grupo sixtie, y aquí durante la década prodigiosa lo que estaba a la orden del día era traducir los temas al castellano, el público prefería las versiones en español de Los Mustang que los temas de los Beatles. También cantamos en italiano, lo cual también es muy ye-yé.

Ya que hablábamos de los Fab Four: en el seno de vuestro grupo hay seguidores de los de Liverpool como Pablo, el teclista, y fans acérrimos de los Rolling como Albert, el batería. ¿No surgen las típicas disputas entre mitómanos?
No hay discusión posible, a excepción de Albert todos somos fans acérrimos del mejor grupo de todos los tiempos, de la banda con mayúsculas: The Beatles. Cuando Albert se pone muy pesado reivindicando a los Stones, no nos queda más remedio que recurrir a la violencia. Más de una vez hemos estado tentados de colgarlo de una farola, pero luego recordamos las sabias palabras del maestro Lennon, “Give Peace a chance”, y las aguas vuelven a su cauce.

Curiosidad, ¿es cierto que algunos de Los Soberanos se convierten en los Soberbeats ciertas noches de luna llena para homenajear a los de Liverpool?
Totalmente cierto, aunque siempre tocan en la intimidad y en círculos reducidos.

Un exSoberano, Adriá, e Ivo, vuestro vocalista, también andan en Los Waldorf Astoria. ¿Qué podéis contarnos de estos chicos? ¿Compartís escenario en algunas ocasiones?

Ivo dejó el grupo hará cosa de unos meses, le resultaba muy difícil poder compaginar los dos grupos, así que se decantó por Los Soberanos. Los Waldorf Astoria es un grupo que hace versiones muy peculiares de clásicos del punk. Una fusión imposible entre los Pistols, Dean Martin, Ramones y Frank Sinatra.

En vuestro “Maratón Ye-yé” atacáis aquel “Estando contigo” con el que nuestra Concha Bautista nos hizo entrar en Eurovisión (aunque quedáramos los novenos…), ¿por qué a nadie se le ocurre contar con vosotros para un evento así? ¡Si sois la solución para volver a llevar la ilusión a nuestros hogares!
Porque nosotros nos negaríamos en redondo, pollo. Ni por todo el oro del mundo ¿Qué pintan cinco señores vestidos de traje y dos educadísimas señoritas en Eurovisión, rodeados de macedonios depilados que bailan con abanicos, letones con pinta de macarrilla, malteses sensibles que interpretan horrendas baladas pseudoétnicas dedicadas a su madre y drag queens escandinavas? ¿Los Soberanos entre semejante patulea? ¡Válgame Dios!

Más estrellas que en el cielo: habéis compartido tablas con los Hermanos Calatrava y Fernando Esteso. ¿De quién fue la idea? ¿Siguen estando en forma? Supongo que el humor coyuntural de Esteso se resentirá más que las marcianadas de los Calatrava…
Fue cosa de Fernando Muñiz, personaje que urdió la delirante idea del Spanish Bizarro. Los Calatrava están en plena forma, son unos profesionales de tomo y lomo, gente muy llana y sencilla, la mar de majos.
Don Esteso, llamémosle Espeso, sigue anclado en los tiempos de la transición, whisky en vaso old fashion, puritos Cafe Creme y sidral psicotrópico a porrillo. La noche anterior se había pegado una sonada juerga, una vez en el escenario balbuceó un monólogo y le cantó una delirante jota a los Calatrava. Luego, antes de desmayarse, se retiró con muy buen criterio a su camerino.
Ya ve lo que se ha resentido su humor coyuntural...

Vuestro CD regala, de propina, un vídeo realizado por José Roberto Vila, el director de “See You Later Cowabunga”. Hace poco entrevistamos a Jess Franco en estas mismas páginas y nos decía que Vila es un loco. Encantador, pero loco. Más incluso que otros cineastas similares en nuestra geografía como Pedro Temboury… ¿Es cierto? ¿Y cómo diablos tantos chiflados acaban juntos?
¿José Roberto Vila, loco? A nosotros nos pareció un tipo la mar de normal, de lo más corriente y moliente, un caballero de modales suaves y hablar tranquilo. Lo que no sabemos es como no se volvió majara intentado dirigir el videoclip. Teníamos que rodar en la terraza del piso donde vivía Emanuele, el guitarra. No paró de llover en toda la mañana, así que decidimos rodarlo en el comedor, comedor de reducidas dimensiones, todo sea dicho.
Imagínate la escena, era equiparable a la del camarote de Los Hermanos Marx, con la diferencia de que todos nosotros íbamos trompas perdidos, éramos ingobernables.
¿Loco? ¡Un santo varón con más paciencia que Job!

Más nombres propios: con el corazón en la mano, ¿qué ha supuesto para vosotros alguien como Juan de Pablos?

Juan de Pablos es un tío grande, nos ha ayudado muchísimo pinchando desde que empezamos nuestras maquetas en su programa de radio. Si no fuera por él, muchos grupos de este país no hubieran salido a la luz. Ha ayudado a muchas bandas noveles de forma desinteresada. Es una bellísima persona y un gran comunicador, amén de una eminencia en lo que a música se refiere, le hemos dedicado éste nuestro primer disco, de rigor.

Y una última pregunta: las dos chicas del grupo, ¿cómo llevan eso de estar en una banda que se llama Los Soberanos? ¿Recordáis aquello de “es sólo cosa de hombres”?
A nosotros el coñá ni fú ni fá, somos eminentemente cerveceros, así que hacemos oídos sordos al eslogan de Soberano. En nuestro grupo son las señoras las que llevan los pantalones. Negocian todos los bolos, son muy duras de pelar, alguna vez que ha habido bronca con algún indeseable, han sido ellas las que se han metido en faena, sueltan unas galletas de órdago, nosotros no queremos estropearnos la manicura ni arrugarnos la ropa. Pablo, nuestro teclista, dixit: "Pégame, por favor, pero no me manches el traje".