martes, octubre 31, 2006

Tocan a difuntos


Muchas de nuestras costumbres más arraigadas están condenadas a desaparecer en favor de otras exportadas, normalmente de los Estados Unidos, mucho más estridentes, trepidantes, bobaliconas y consumistas.

Poco tienen que ver las actuales fiestas navideñas con las de antaño.
A finales de octubre ya se pone en marcha el bombardeo masivo de anuncios de juguetes, colonias y perfumes, pequeños electrodomésticos, cava y langostinos de oferta. Una semana más tarde, los establecimientos despliegan, al más puro estilo Las Vegas, luminaria, Papa Noeles y horrendos abetos de plástico.
Gracias a Dios, todavía conservamos el turrón, el sorteo de Navidad y la cabalgata de Reyes.

Por no hablar del uno de noviembre, desde hace unos años ya nadie se refiere a la festividad de Todos los Santos, ahora lo que está mandado es celebrar Halloween ¡Adelante con la fantochada!
Déjese de deprimentes visitas al cementerio y de honrar a sus difuntos con ofrendas florales. No sea usted tan antiguo, ser sentimental es un claro síntoma de debilidad.
Llene su casa de calabazas, telarañas, gatos negros y colmillos y tenga a bien salir a la calle disfrazado de alguna extraña criatura salida de una película de terror de serie B.

Olvídese de castañas y boniatos asados. Cierto es que el cambio climático dificulta la ingesta y digestión de tan calóricos frutos otoñales, se lo digan a la aguerridísima castañera que brasero en mano ha tenido, a pesar de las altísimas temperaturas, las narices de instalar su chiringuito en mi calle. Una de dos, o es una acérrima defensora de las tradiciones patrias, o tiene el termostato averiado ¿A ver quién es el guapo que se mete entre pecho y espalda un cucurucho de humeantes castañas a treinta grados a la sombra?

¿Y qué me dice de los niños?
Seamos prácticos ¿Tiene alguna utilidad didáctica que reciten “El monte de las ánimas” de Bécquer o fragmentos del Tenorio en la escuela? ¿Para que aburrirlos?
También puede resultar extremadamente peligroso que se diviertan y estimulen su imaginación explicándose historias fantásticas en una habitación iluminada únicamente con una linterna.
Vístalos de superhéroe de Manga o de asesino en serie y llévelos en tropel al Chiqui Park más próximo, donde, mientras se atiborran de chucherías y hamburguesas, les proyectarán alguna película donde una pareja de oligofrénicos hace picadillo a hachazos a media ciudad de Nueva York.

Tocan a difuntos para nuestras tradiciones seculares.

En honor a la tradición, y ya que no doy nunca con la ocasión de hacerles partícipes de mi pasión por la cocina, hete aquí la receta de unos dulces tan nuestros y tan propios de estas fechas como son los panellets.

¡Buen provecho!

Receta de panellets de piñones

Ingredientes para 1 kilo
- 1/2 kg de almendra molida.
- 200 gramos de patata
- 400 gramos de azúcar.
- 2 huevos
- 1 limón
- 1/2 kilo de piñones

Lavar los limones, secarlos, rallar la piel y reservarla.
Lavar las patatas y cocerlas con su piel (aprox. 25 minutos), para asegurarnos de que están cocidas, basta pincharlas con un cuchillo.
Pelarlas y pasarlas por un pasapurés (si no disponen de pasapurés pueden machacarlas con un tenedor).
Separar las yemas y reservar las claras.
En un recipiente hondo poner el puré de patata, la almendra molida, las yemas de huevo, el azúcar y la ralladura de limón.
Trabajar bien los ingredientes hasta conseguir una masa homogénea.
Batir las claras de huevo en un plato.
Formar con la masa unas bolas del tamaño de una nuez.
Pasarlas por la clara batida y rebozar con los piñones.
Engrasar una bandeja de horno, espolvorearla con harina e ir colocando en ella los panellets.
Hornearlos a 220 grados durante unos 10 minutos.

viernes, octubre 27, 2006

En respuesta a un amigo

Anoche, un querido amigo, excelente conversador con el que debido a nuestra absoluta disparidad de criterios discuto muy a menudo, expresó durante la cena su desacuerdo con mi penúltimo artículo, “El fabuloso mundo del circo”.

Es un tipo puro de firmísimas convicciones que defiende a capa y espada sin desviarse un ápice, algo harto encomiable en esta sociedad actual donde triunfan chaqueteros, traidores y correveidiles.
He de admitir mi admiración por esta clase de individuos tan férreos, yo creo a pies juntillas en el beneplácito de la duda, nada es blanco o negro, hay un inmenso crisol de matices.

Le pareció fuera de lugar mi visión, cito textualmente, exagerada y fatalista, de la política catalana, y de brocha gorda el que conminara a la gente a que votara a un partido de amigos de la cerveza.

Puede que en mi condición de apolítico convencido, apátrida por educación y por convicción, desciendo de exiliados, me considero mestizo de pura raza y todo lo relacionado con himnos, banderas y cuestiones nacionales me da mucha grima, no sea la persona más adecuada para desgranar la situación actual de la política catalana.
No seré yo quien diga lo contrario, pero fueron el desencanto y la creciente tensión que se respira día a día, los que me indujeron a escribir este artículo.

Si algo distinguió durante años a nuestros políticos del resto de hombres públicos españoles, fue su corrección. Chanchulleros y facinerosos lo han sido desde tiempos inmemoriales, eso es algo inherente al gobernante, pero antes jamás perdían las formas ni los modales, eran ladrones de guante blanco.

Desde el tripartito y la cuestión estatutaria impera la ley del más fuerte. Cuanto más zafio, fachendoso, chulapo y pinturero, mejor.
A diario se intercambian lindezas, se injurian , acusan y agreden, incluso físicamente.
Poco importa la ciudadanía y sus problemas, ahora sólo interesa demostrar a cualquier precio que partido tiene razón.
Se ha abierto una grieta insondable entre la gente de a pie y los gobernantes.

La distancia entre la clase política y el grueso de la sociedad catalana ya se hizo evidente en el bajísimo índice de participación en el referéndum del Estatuto.
Creo, puedo estar muy equivocado, que el día uno sucederá tres cuartos de lo mismo, la gente preferirá honrar a sus difuntos, ir a ver el Tenorio o dar buena cuenta de una bandeja de panellets antes que depositar su voto en una urna.

Pero eso tampoco hará reflexionar a los representantes de los distintos partidos políticos, seguirán en sus trece, jactanciosos y soberbios, aferrados a su actitud infantil, con una venda en los ojos, tirándose los trastos a la cabeza a la vez que urden pactos peregrinos para poder seguir en el poder.

Y mientras ¿A nosotros quién nos representa?

martes, octubre 24, 2006

Los malos de la película

Pertenezco a una familia que ha sufrido en sus propias carnes la persecución y el exilio. Mi bisabuelo salió a escape de Hungría justo antes de que estallara la Primera Guerra Mundial, temiendo lo que se le echaba encima y posibles represalias por parte de la población serbia.
En el año 46, tras la capitulación de Alemania, mis abuelos, mi madre y mi tío fueron expulsados de Silesia por las tropas soviéticas y polacas.
Debido a mis orígenes, siento un especial interés por todo lo que concierne a los cientos de miles de refugiados que ocasionaron dos devastadoras Guerras Mundiales.

Penuría económica, persecuciones, progroms, conflictos bélicos y la ascensión al poder del partido nacionalsocialista propiciaron que entre principios del pasado siglo y hasta bien entrada la década de los años treinta, infinidad de directores, guionistas, actores y técnicos europeos huyeran a Hollywood en busca de mejores oportunidades.
El cine clásico americano no hubiera sido la sombra de lo que es sin la importantísima contribución de todos esos “exiliados” californianos.

Uno de los primeros en llegar a la Meca del cine fue el genial Erich von Stroheim.
Hijo de un modesto sombrerero judío, desembarcó en 1909 en Nueva York tras haber desertado del ejercito. Desempeñó infinidad de trabajos, hasta que en 1914 llegó a Hollywood donde trabajó como especialista y actor.
Gracias a sus conocimientos militares se convirtió en asesor y ayudante de dirección.
Von Stroheim, cuyo verdadero nombre era Erich Oswald Stroheim, se hizo pasar por aristócrata, cuenta la leyenda que encargó que bordaran un escudo de armas en toda su ropa interior, y alcanzó grandes cotas de popularidad encarnando a despóticos militares prusianos de refinados modales.
Fue el protagonista de una campaña publicitaria donde aparecía su imagen y una frase que rezaba "Este es el hombre al que le gustaría odiar".

En 1919 escribió, dirigió e interpretó su primera película. Harto de recortes presupuestarios, gastaba sumas fabulosas en sus producciones, y de las mutilaciones que sufrían sus obras, de lo mejor del cine mudo producido en Estados Unidos, se trasladó a Francia a mediados de la década de los treinta, donde intervino como actor en numerosas películas sonoras.
Huyendo de Hitler regresó a Nortamérica. En algunas ocasiones interpretó, paradojas de la vida, a oficiales nazis y sádicos doctores alemanes, llegando a encarnar al mismísmo Rommel en la película “Cinco tumbas al Cairo” de su compatriota Billy Wilder.

No es un caso excepcional, otros muchos actores; judíos, disidentes políticos u homosexuales, tuvieron que ponerse en la piel de un acólito del carnicero del pequeño mostacho.
Se me antoja que tuvo que ser muy penoso para un caballero, dueño de una exquisita educación centroeuropea, acostumbrado a actuar en obras de Arthur Schnitzler o en películas expresionistas de los berlineses estudios UFA, tener que interpretar a bandoleros mexicanos, tintoreros chinos o ladinos carteristas de la Casbah, pero debió ser un golpe durísimo, y más en semejantes circunstancias, muchos habían perdido a familiares y amigos en los campos de concentración, tener que hacer de hombre pegado a una esvástica.
En su condición de refugiados no podían rechazar el papel, en cuestión de días hubieran sido sustituidos y despedidos del estudio.

¿Quién no recuerda al gran Conrad Veidt en las botas del brutal Mayor Strasser de “Casablanca”? ¿O a Sig Rumann en la descacharrante “Ser o no ser” o en "Traidor en el infierno"?
Soberbios son también los malvados de Paul Lukas o los torturados personajes de Peter Lorre.

Mención aparte merece Rheinhold Schünzel, guionista y director de la primera versión de “Victor o Victoria”, quien también tuvo que ponerse la gorra y el uniforme negro en varias ocasiones.

Hasta el mísmisimo director Otto Preminger, judío vienés, liberal y acérrimo defensor de la libertad de expresión y de los derechos civiles, encarnó en un par de películas a dos nazis la mar de convincentes.

Duda cabe, la realidad siempre supera a la ficción.

lunes, octubre 23, 2006

El fabuloso mundo del circo


¡Ya estamos metidos de nuevo en campaña electoral! ¡Dios nos asista! ¡Menudo circo!

Nuestros excelentísimos políticos ya abonaron el terreno del aburrimiento hasta el bostezo con el ir y venir del Estatuto.
Para la gran mayoría de los que residimos en Cataluña, o de los catalanes, como prefieran, fue un parto largo, penoso y cansino.
Si nuestros mandatarios tuvieran un poco más de vista, lo podrían haber servido en cómodas entregas semanales, acompañando cada fascículo con una chapa de cava coleccionable o con algún souvenir del Barça. Lo hubiéramos ojeado tranquilamente el domingo dando cuenta de un vermú Espinaler y de unas anchoas de la Escala.
Creo que hubiera sido una medida mucho más civilizada que tal vez hubiera evitado el clima de crispación, mala uva, desengaño y frustración que con sus constantes salidas de madre ha generado nuestra sobresaliente clase política.

¿Hasta cuándo hemos de seguir aguantando la mamarrachada? ¿Hay alguien que se sienta representado por los candidatos?
Un señor con pinta de telepredicador yanqui cuya afición a la laca ha contribuido en gran medida al calentamiento global, clon en versión maniquí de la sastrería Modelo del Maestro Mutante Pujol, sibilino hasta la náusea.
El gachó más esaborío de toda Córdoba, el tipo que realiza la lectura de los contadores del gas, el charnego renegado al servicio de las todopoderosas familias catalanas que desde tiempos inmemoriales manejan el cotarro.
Un engominado niño bien vilanovino a la deriva, rodeado de fascistas de la peor calaña, vilipendiado por fachas de todos los pelajes, su apariencia tranquila oculta algo amenazador, la bestia agazapada ¿No han reparado en su extraño parecido con el desosegador actor Cristopher Walken?
Un cerril maestro de pueblo al frente de un partido cuya espacio televisivo de campaña electoral es digno de la hija secreta de Leni Riefenstahl y Joseph Goebbels ¿Se han fijado ustedes en esos gañanes vestidos de oscuro cantando a voz en grito? ¡Escalofriante!
Un tipo anodino en constante proceso de fotosíntesis empeñado en salvar bosques, parques y jardines, grandísimo defensor del transporte público, eso sí, sé de buena tinta que a sus vástagos iba a buscarlos al colegio en contaminante coche oficial.
Y por último, un jovencísimo ciudadano, administrativo de banca, cuyo mayor logro ha sido posar en cueros en el cartel de campaña de su partido y organizar absurdas manifestaciones y movilizaciones que no llevan a ningún sitio.
Ya ven si hay para escoger, nos los quitan de las manos.

Los nostálgicos del aguilucho y del Valle de los Caídos y los de las checas y el Fossar de les Moreres, que por desgracia no son pocos, se sirven del victimismo y de la identidad nacional, los dos sectores esgrimen el mismo discurso de tripa y camisa rasgada para enmascarar que no saben por donde empezar a la hora de abordar los problemas reales, que son muchos, de esta comunidad autónoma, región federal, país, Regne de Catalunya, provincia catalano aragonesa valenciana balear o como les salga de las narices llamarla.

Déjense de discursos henchidos de patria, sangre y honor con telón de fondo de banderas anticonstitucionales, de selecciones nacionales, de indignarse por el ¿Expolio? de los papeles de Salamanca, de odios y rencores atávicos, y solventen de una puñetera vez cuestiones como el empleo, la vivienda, la sanidad, la educación, la inmigración y las pensiones.
Una vez arreglado lo verdaderamente importante, ya decidirá cada quisqui si quiere ser funcionario españolito en ciernes, pastor trashumante de la Cataluña Norte, extracomunitario en trámite de legalización o transexual del Ensanche barcelonés.

En las elecciones polacas de 1991, el Partido de los Amigos de la Cerveza obtuvo catorce escaños. No sé como, siendo también polacos, a nadie se le ha pasado por la cabeza la genial idea de constituir tan saludable partido en tierras catalanas. Tal como están las cosas, creo que la opción más razonable sería darle el voto a un partido de estas características.
Arreglar, igual no se arreglaba nada, pero en el interín aliviaríamos tensiones peregrinas y lo pasaríamos de maravilla dando cuenta de unas cuantas jarras.

¿Nadie se anima?

miércoles, octubre 18, 2006

Los ochenta de Chuck


Tal día como hoy cumple ochenta años Charles Edward Anderson Berry, conocido en el mundo entero como Chuck Berry.
¡Descubrirse ante la madre del cordero!

Diego A. Manrique borda en la “Historia del Rock de EL PAÍS” la definición del estilo del genial intérprete y compositor:
"ritmo imparable, guitarra afilada, sonido electrificante, historias de excepcional precisión y poder de evocación. Como instrumentista define lo que es el estilo básico de los guitarristas de rock hasta el presente. Como compositor, sus piezas retratan de forma imperecedera el estilo de vida de la América juvenil de los años cincuenta."

Berry nació en San Luis en el seno de una familia de clase media, su madre era profesora y su padre diácono bautista.
Cursó sus estudios en la Summer High Scholl, la primera escuela secundaria para gente de color del oeste del Misisipi.
Por culpa de algunos pecadillos adolescentes, dio con sus huesos en un reformatorio.
Al salir contrajo matrimonio y para mantener a los suyos trabajó en la cadena de montaje de la General Motors, asistiendo por las noches a clases nocturnas de cosmética y peluquería.

Chuck tocaba la guitarra desde su más tierna adolescencia, y a principios de 1953, comienza a ganarse unas perras extras tocando en la "Sir John's Trio". Poco más tarde la banda cambiaría su nombre por el de "Chuck Berry Combo".

En 1955 inicia su ascensión al estrellato.
Viaja a Chicago donde conoce aMuddy Waters, quien le sugiere que entre en contacto con la compañía Chess Records . Firma un contrato con la discográfica y en septiembre de ese mismo año publica su primer single, "Maybellene", todo un bombazo. “Roll over Beethoven” es su siguiente gran éxito, le siguen “Sweet Little Sixteen”, “Reelin' and Rockin'' y “Rock and Roll Music”.
Aparece en cuatro películas y recorre todo el país en compañía de otros artistas, donde destaca por su profesionalidad, carisma y simpatía, valiéndose de trucos como su famoso baile que bautiza como el Paso del pato.

En cosa de tres años, el amigo Berry compone algunas decenas de temas que ya forman parte de la historia del rock & roll, gana dinero a espuertas y se codea con lo mejorcito de la música popular del momento, pero de nuevo vuelve a meterse en líos, en el 59 lo acusan de trata de blancas y se tira cuatro largos años en la carcel.
Al margen de disquisiciones morales y sin emitir juicios de valor, siempre me ha soprendido que cuando un músico afroamericano triunfa en Estados Unidos, amasa una pequeña fortuna y obtiene reconocimiento, tarde o temprano acaba entre rejas ¿Son todos los intérpretes negros tan malos y depravados? ¿Es algo genético? ¿Ambiental? ¿O sencillamente turbios tejemanajes urdidos por el sector más respetable de la comunidad blanca? Cada cual extraiga sus propias conclusiones.

Cumplida la condena, vuelve a los escenarios. Su figura se ha revalorizado gracias a la nueva hornada de grupos ingleses influenciados por su música (Beatles, Stones, Kinks). La mayoría de los viejos figurones del rock & roll están muertos, gordos a reventar o metidos en algún berenjenal. Él, perro viejo, sabe adaptarse a los tiempos cambiando de imagen: patillones, pantalones pitillo y camisas de colorines.
Desde finales de los años sesenta hasta hoy, se ha dedicado a embarcarse en maratonianas giras, en las que desgrana sus viejos éxitos arropado por conjuntos, la mayoría penosos, conformados en un par de días para acompañarle en sus actuaciones.
La dinámica siempre es la misma, el señor Berry llega a la ciudad en cuestión acompañado de su inseparable Gibson, toca 55 minutos y regresa a su hotel a bordo de un Mercedes.

El músico volvió a tener problemas con la Ley en 1979. Poco después de actuar en la Casa Blanca para el presidente Jimmy Carter, le culparon de evasión de impuestos.
Fue condenado a cuatro meses de cárcel y a 1.000 horas de servicio a la comunidad.
Ese mismo año la NASA envió la sonda “Voyager” al espacio cargada con pruebas significativas de la civilización humana. Incluyeron una cinta en la que estaban grabadas la “Novena Sinfonía” de Beethoven, “La Flauta Mágica” de Mozart y “Johnny B. Goode” de Berry.

En los noventa fue acusado de nuevo por consumo de marihuana y tenencia de material pornográfico en el que aparecían menores.
A pesar de todos estos altibajos, y de lo avanzado de su edad, el muy canalla sigue actuando y dando guerra.

John Lennon dixit: "Si quieren darle otro nombre al rock and roll, deberían llamarlo Chuck Berry".

martes, octubre 17, 2006

Los Blandings ya tienen casa

Desconozco si a muchos de ustedes les pasará lo mismo, pero yo siento la acuciante necesidad de revisar algunas películas en momentos muy concretos. Supongo que adquirí la costumbre en casa de mis padres. Una Nochevieja no era lo mismo si no poníamos “Con la muerte en los talones” después de las campanadas, no concebíamos mejor manera de empezar el año.

Para superar los momento amargos y recuperar la alegría por la vida siempre recurro a “Cantando bajo la lluvia”, “Sabrina”o a “El diablo dijo no”, exquisita comedia del maestro Lubitsch.
Para combatir el hastío, la indignación y la rabia, “Río Bravo” o “El hombre tranquilo” son ideales, la simple presencia de John Wayne le insufla a uno coraje y fortaleza de espíritu.

En mi penúltimo artículo, “Pasto de los tiburones” les puse al corriente respecto a mi cambio de domicilio. Mi mujer y yo llevamos días metidos en faena.
Teniendo posibles, un traslado es la cosa más fácil del mundo, coser y cantar, no tendrá que preocuparse de nada, por arte de magia aparecerán en su nueva vivienda, previamente acondicionada, todos sus muebles y enseres.
Unos señores uniformados efectivísimos embalaran todas sus pertenencias con sumo cuidado. Sus trajes, palos de golf, sillas coloniales, mantas escocesas y figuritas de Svarowsky llegaran a buen puerto en perfecto estado. Lo ideal para evitar molestias innecesarias es pasar los días que dure el traslado en un buen balneario, sudar lo mínimo, y en la sauna.

La cosa es muy distinta para una pareja mileurista. Tras perder hasta la camisa y venderle tu alma al administrador de fincas y a las distintas compañías de suministros, hay que procurarse decenas de cajas, desengrasante, litros de lejía, escobas y mochos, enfrentarse en campo abierto con cucarachas tijuaneras como puños, luchar a brazo partido con humedades, agujeros y desconchones, sanitarios atascados y extractores con más mierda que la desembocadura del Besós.
Queda desmontar y volver a montar los diabólicos muebles de IKEA, cuanto más barata es la pieza, más crípticas son las instrucciones; pintar, embalar, acarrear y cargar pesados electrodomésticos por angostas escaleras.

A todo esto hay que sumarle la caótica situación en la que se está inmerso. Durante dos o tres semanas has de repartir tu vida entre dos domicilios, rodeado de bártulos, durmiendo en un jergón en el suelo y afeitándote en la fuente de la esquina.
El piso apesta a pintura y disolvente, cada dos por tres tropiezas con objetos que creías haber perdido hace años y cuando abres la nevera en busca de una cerveza, lo único que encuentras es un tarro de crema facial, unos calcetines agujereados, un cenicero rebosante de colillas y un listín telefónico del año 78.

Si alguno de ustedes se ve alguna vez en semejante berenjenal, recomiendo busquen el carrito del televisor, desembalen el reproductor de DVD, se sienten donde puedan y se procuren una copia de una entrañable comedia de finales de los cuarenta injustamente caída en desgracia, “Los Blandings ya tienen casa”.
En ella se narran las visicitudes de una familia neoyorquina que, harta de estrecheces, decide trasldarse de su minúsculo piso en Manhattan a una casa de campo en Conneticut.
El trío protagonista lo componen tres pesos pesados de la interpretación en estado de gracia: Cary Grant, Myrna Loy y Melvyn Douglas.

A pesar de que la edad de oro de la comedia sofisticada ya hacía años que había pasado a mejor vida, los actores principales están soberbios encarnando al ciudadano medio agobiado por hipotecas, facturas e interminables obras, demostrando que no necesitaban vestir smoking y traje de noche, ni moverse por entre las mesas del Club 21 con un Dry Martini en la mano para bordar una interpretación.
Pero no sólo están magníficos los protagonistas, cabe destacar también el impresionante trabajo del elenco de secundarios.

Del director, H.C. Potter, sólo se deben acordar cuatro cinéfilos irredentos.
Potter fue un realizador de los llamados de oficio, eficaz y profesional.
En su haber, algunos filmes nada desdeñables: “El vaquero y la dama”, “La historia de Irene Castle” (la última película que protagonizaron juntos Fred Astaire y Ginger Rogers), “Mr. Lucky”, “la hija del granjero” y una de las películas más delirantes de la historia del cine, “Loquilandia”; ni los Hermanos Marx en una orgía de ácido lisérgico hubieran alcanzado jamás cotas tan surrealistas y disparatadas.

En caso de mudanza, nada mejor para evadirse durante un rato de la ruina económica, fisica y moral que ocasionan los traslados, que un pase de "Los Blandings ya tienen casa". Diversión garantizada.

miércoles, octubre 11, 2006

La verdadera historia de Los Soberanos


Verano del 64. Fiestas del popular barrio de Gracia de Barcelona
Don Adrià Gual salió de paseo una calurosa noche de agosto del 64. Dedicose en cuerpo y alma a una de sus aficiones favoritas, el buen yantar. Uno tras otro visitó sus bares más queridos y probó las mejores especialidades de cada casa. Morcillas de arroz, choricitos, bombas picantes, morcón, guindillas en vinagre y un amplio surtido de platos tan energéticos como políticamente incorrectos, todo regado con ingentes cantidades de cerveza, vino peleón con gaseosa y buenos lingotazos de coñá.

A eso de las tres de la mañana, ya en cama, le hizo efecto la explosiva combinación de grasaza, alcohol y el pegajoso calor húmedo propio de la época. Empezó a sacar espumarajos por la boca, le creció el pelo en forma de fabuloso flequillo y cayó al suelo presa de violentos espasmos.

Una luz blanca cegadora iluminó la habitación. Una voz idéntica a la de Charlton Heston en “Los Diez Mandamientos” le conminó:

-¡El bolero y el pasodoble ya están caducos, el madison pasará a la historia, la canción francesa es un latazo! ¡Tú eres el elegido para llevar a buen puerto esta misión!
Conformarás un conjunto de corte moderno especializado en sonido ye-yé, os llamareis Los Soberanos y predicareis a lo largo y ancho de nuestra piel de toro las excelencias del nuevo sonido que está causando furor entre la juventud del resto del mundo.

Tras dos semanas en el hospital del Buen Samaritano, Adrià inició su sacrosanta misión y empezó a buscar acólitos. La siguiente señal la recibió al encontrarse un viejo baúl junto al portal de su casa que contenía cinco trajes grises de hombre de impecable corte y dos vestidos de mujer.
Al parecer el baúl pertenecía a la empresa de artículos de broma, La Chufla, pequeño negocio familiar que quebró en el año 63 ante la salvaje competencia de artículos manufacturados en los Estados Unidos. A nadie hacía ya gracia el huevo frito con chistorra de broma o el cojín pedorreta, bautizado como tarde de fabada, invenciones del fundador de la empresa, Don Nemesio Aradilla Palazón.

Ahora sólo faltaba encontrar a siete personas de diferentes tallas para poder aprovechar el vestuario.
El primer futuro miembro de la banda que encontró fue Emanuele di Marzo, alias "John Medajohn", apodo que se ganaría más tarde por su costumbre de ponerse la guitarra a modo de collar. John estaba en la calle llorando a moco tendido. Su padre, prestigioso vinatero lombardo, le había desheredado, pues le había sorprendido bebiéndose una cerveza Moretti en una terraza de la piazza Cordusio. Emanuele había llegado a Barcelona oculto en el portamaletas de un autobús cargado de hinchas del Inter. Solo le quedaban su guitarra "Enriqueta" y un puñado de singles de su adorado Adriano Celentano. Adrià le explicó su ardua misión, a la cual John se sumo gustoso, pues se le prometieron pingües beneficios, toda la cerveza que pudiera beber y una dieta exclusiva a base de oreja a la plancha.

A los dos compinches se unió Albert Valero "Valium", de profesión cartelista del cine “Can Pistoles” e ilustrador suplente de la revista Patufet. Admirador de los existencialistas y los beatniks, forofo del balompié, pasaba los días practicando con la guitarra baja y estudiando las técnicas corporales del Yoga Sutras de Patánjali. Se añadió al descabellado plan, pues pensó que con los beneficios que con el dinero que las actuaciones le reportaría, podría montar una churrería delante de su amado Camp Nou.

A través de un anuncio publicado en la prensa en el que se buscaba un batería, trabaron contacto con Albert Solà “Bowie”, tamborilero de la cobla sardanística Terra Ferma. Afirmaba con orgullo el haber sido galardonado durante 19 años consecutivos con el premio a la fidelidad que cada año otorgaba la empresa cervecera Damm. Albert compaginaba la música con su trabajo como creador de colores de pinturas para automóviles de la fábrica Seat. Cautivado por los sonidos modernos ocupó el taburete del batería.

El siguiente en incorporarse a la banda fue el vocalista, Ivo von Menzel.
Ivo venía huyendo junto con los suyos de las autoridades alemanas. Su padre había emigrado a Dusseldorf. Después de trabajar durante años en la industria siderúrgica, el gobierno le concedió una subvención para montar un Centro Cultural Español. Ivo gustaba de tararear las melodías que salían de un viejo gramófono. Eran los discos que su padre había traído de su añorada España (Marifé de Triana, Juanito Maravillas, Paquita Rico, Jorge Sepúlveda y El Mejorano). Un día aciago recibieron del economato una remesa de vino albanés. La sangría que se sirvió dejó calvos a 56 parroquianos. La familia embaló sus bártulos y salió a escape del país.

Pablo Jiménez, guardiamarina licenciado, se encontraba desocupado. Asistió a un casting para la película que en breve iba a filmar El Dúo Dinámico, “Botón de ancla”. Buscaban hombres de uniforme, en la oficina de colocación Pablo vio un anuncio en el que Los Soberanos solicitaban los servicios de un teclista. Pablo era un virtuoso de las teclas, desde niño tocaba el órgano en la parroquia de su barrio. Prefirió irse con Los Soberanos, pues el Dúo le parecía algo melifluo, a él le chiflaba el nuevo grupo inglés que estaba conquistando a la juventud, los peludos de Liverpool, los Fab Four, los Beatles.

El grupo empezó a ensayar con tesón y voluntad, con más afán que habilidad, todo sea dicho. Al cabo de unas semanas observaron que el sonido conjunto quedaba cojo. Habían cometido un tremendo error, no habían reparado en los dos vestidos que quedaban en el fondo del baúl.

A los pocos días se unió a la causa en calidad de corista, Cecilia Bayo “Sici”. La señorita Bayo estudiaba en una academia de corte y confección. Además Ceci, que años ha regentaba el negocio familiar, una próspera mercería en Pamplona, tenía que dedicarse a cantar para mantener a los suyos, pues durante unos San Fermines unos desaprensivos turistas americanos, pasados de calimocho y jarana, le habían pegado fuego a la tienda.

Al cabo de una semana presentáronse en el local de ensayo una corista y un trompetista buscando trabajo . Dijeron llamarse Cristina Cruz “Cristi” y Jorge Domínguez, "Trompeti". Explicaron que habían abandonado a su troupe, el famoso clan flamenco de los Morcillo durante una gira por Melilla. Hartos de tanta bulería, fiesta de señorito y caseta de Feria, habían solicitado asilo en el Centre Català (Centro Catalán) de la ciudad. Su único miembro y fundador, Bonifaci Puig i Cadafalch, representante de lencería y cotillería para todo el norte de África (en Argelia habían puesto precio a su cabeza por vender refajos), corrió con los gastos del viaje y le facilitó las señas del local de ensayo, pues su yerno era portero del mismo.

En primavera del año siguiente el grupo consiguó su primera actuación. El evento fue todo un éxito. Habían nacido Los Soberanos, los adalides del ye-yé.
Las actuaciones en una céntrica boite de la ciudad se sucedían una tras otra. Adrià heredó la barbería de su abuelo (si tienen oportunidad fíjense en los espectaculares flequillos que luce, resultado del constante cuidado de una mano profesional), sita en el madrileño barrio de Lavapies. Don del Vado marchó a la capital. El grupo había perdido a su fundador.

Se sucedían las grabaciones y los conciertos. Traspasaron las fronteras de Barcelona y tocaron en las madrileñas matinales del Price. Gente de cualquier lugar y condición se sumó a la lucha ye-yé.

17 de enero de 1966
Un B-52 de las fuerzas aéreas de los EE.UU., que lleva en sus tripas 4 bombas de hidrógeno, colisiona con un avión nodriza KC135 durante la maniobra de abastecimiento de combustible en el aire.
Los aviones caen junto con las armas atómicas que transportan.
Dos bombas se incendian debido a la pequeña explosión de los detonadores, liberando el plutonio radiactivo que contienen en una amplia zona del término municipal de Palomares, situada en el sureste de la provincia de Almería, España.

En ese preciso instante estaban cargando sus instrumentos y equipo los miembro del conjunto musical Los Soberanos, quienes habían pasado la noche tocando en el hotel Rocamar, donde amenizaron con su actuación la fiesta de inicio de rodaje de la película “El bueno, el feo y el malo”. Una inmensa nube de polvo radiactivo cubrió por completo la furgoneta en la que viajaban. Entraron en un bucle espacio temporal y aterrizaron en Barcelona treinta años más tarde.
Pero eso es otra historia...

También han sido miembros Soberanos, menciono en estricto orden cronológico:
Josep Maria Domènech, Lluis Esteve, Sylvia Sans, Inés Bayo, Gabi Soto y Michael Martí.
Francesc Gonsalves, Nuria Cimini y el gran Fito se subieron en alguna ocasión al escenario sustituyendo a algún miembro del grupo. Reciban todos un afectuoso saludo.

lunes, octubre 09, 2006

Pasto de los tiburones

(c) Fotografía de Xavier Ribas

¡Nos mudamos!

Tras meses de aguantar que el vestíbulo se caiga a trozos de pura humedad, restricciones de agua, averías continuas del ascensor, suciedad en la escalera, peleas en los rellanos; en nuestra finca residen, gracias al auxilio social del Seminario Conciliar, camellos esquizofrénicos, señores en libertad condicional, iluminados Testigos de Jehová, pensionistas nonagenarias y un maltratador; resulta de lo más edificante ir cada día al trabajo al grito de “¡Si te vuelvo a ver con el de la panadería, te mato, zorra!”. Lo mejor de cada casa, vamos.

Hace unos días coincidí en el ascensor, curiosamente funcionaba, con un individuo todo temblores, espumarajos en la boca y mirada ida, el traficante del ático tiene una clientela de lo más peculiar, al preguntarle a que piso iba se me quedó mirando y dijo “Todos somos Jesucristo”, desencaminado no iba el hombre, y más en nuestro edificio, bendecido y en olor de Santidad.
Dos horas más tarde le robaron la bicicleta a un vecino delante de las narices del portero.
El encuentro con el politoxicómano y el hurto contribuyeron en gran medida a que tomáramos la decisión de hacer las maletas.

Hoy en día la mayoría de la gente se decanta por la compra, tras examinar el estado de nuestras cuentas y hacer recuento de votos, decidimos seguir de alquiler.
Únicamente podíamos aspirar a ser propietarios de una casa unifamiliar de 42 metros cuadrados sita en una rotonda de la salida Gavà-Viladecans. La zona verde que prometía la inmobiliaria eran un par de huertos chaboleros; las grandes vistas, unas torres de alta tensión que se erigían majestuosas entre matojos y montañas de escombros y chatarra. Los servicios, dos macrodiscotecas, tres talleres de chapa y pintura, una fábrica de productos químicos altamente inflamables y un vertedero, lo cual le confería al aire un embriagador aroma de violetas y azucenas.
¿Quién quiere un perro como animal de compañía estando rodeado de ratas tan hermosas?

Huelga decir que la urbanización estaba excelentemente comunicada, cada cuatro horas salía un autobús que tardaba una media hora en llegar a la estación de ferrocarril más cercana, práctico y comodísimo a la hora de ir a trabajar a Barcelona.
Sopesamos los pros y los contras y muy a nuestro pesar decidimos que no podíamos permitirnos pagar durante sesenta años la hipoteca de tan maravillosa residencia, una pena.

Desesperanzados después de tanto buscar, la providencia llegó en forma de Agente de la Propiedad Inmobilaria, Dios los bendiga. Debo decir en su favor que en ninguna otra profesión se dan tantas muestras de rectitud, honestidad, educación y honorabilidad.
Un hombre de mediana edad de exquisitos modales nos atendió en un enorme y lujoso despacho profusamente decorado. Dedujimos que era el dueño, el resto de la plantilla arrimaba el hombro, codo con codo, en unos escasos veinte metros cuadrados.
Tras los trámites de rigor, dar una paga y señal, pago del mes corriente, de los gastos del contrato, del depósito para la cámara, fotocopias de nóminas, extractos bancarios, aval y depósito de seis meses; minucias, todo en metálico, nada de cheques ni tarjetas, libre de impuestos, por supuesto, firmamos el contrato.

Le pregunté si no necesitaba además un informe médico, análisis toxicológico, prueba del SIDA y certificado de buena conducta expedido por el cura de mi parroquia, la Benemérita, mi jefe y la portera de la otra finca.
Le aseguré que podía estar tranquilo, que no pertenecíamos a ninguna céula terrorista y que no teníamos intención de realquilar el piso a ciento veintisiete cayuqueros ni de transformarlo en una mezquita.
Me contesto, mientras contaba con fruición los billetes, que no era necesario, que se jactaba de ser buen psicólogo, y que nosotros le parecíamos una pareja de lo más respetable. Todo un caballero.

Mañana dispondremos de las llaves, la ilusión nos embarga, a cambio de una mensualidad desorbitada, podremos disponer de un piso con su suelo, sus paredes y sus puertas. Y luego nos quejamos.

Llevo años viviendo de alquiler y sigo sin entender que a los que estamos en calidad de inquilinos se nos trate como a ciudadanos de segunda. Si alquilas eres escoria.
Todo obligaciones y ningún derecho. El propietario del inmueble exige hasta lo indecible y cobra unos alquileres abusivos.
¿Pero que garantías tenemos los arrendatarios? ¿Quién protege al morador?
¿Qué cara hubiera puesto el buitre carroñero de la agencia si yo le hubiera pedido un informe financiero de su empresa? ¿Quién me asegura que es un negocio solvente? En el caso de que les embarguen el piso, mi mujer y yo tendríamos que ir a vivir bajo un puente, y además perderíamos el montante del depósito.

Media España vive muy bien especulando con el ladrillo, la otra mitad, víctima de la violencia inmobiliaria y urbanística, no puede aspirar a un derecho contemplado por la Constitución como es el de la vivienda.
Ancianos que reciben amenazas y cortes de luz para que abandonen sus pisos de renta protegida, familias que no pueden hacer frente al aumento del alquiler, jóvenes que por falta de liquidez no pueden independizarse. Es repugnante.

El negocio inmobiliario, copado por mafiosos y chanchulleros, produce pingües beneficios.
El gobierno tan socialista que tenemos no toma cartas en el asunto porque ellos también están en el ajo, untados y silenciados a base de maletines repletos de papel moneda.

Vótenos, señor propietario, que nosotros seguiremos haciendo la vista gorda. Bendito dinero.


viernes, octubre 06, 2006

Tipos como Lenny

Como ya les comenté en un artículo anterior, Los Soberanos, conjunto de corte moderno especializado en sonido ye-yé del que formo parte en calidad de vocalista, tuvimos el placer de actuar el sábado pasado en esa maravillosa ciudad que es Madrid.
A media actuación explique un chiste, supongo bastante malo, sobre las últimas declaraciones de Aznar acerca de la invasión musulmana de España.
Después del concierto se me acercaron varios energúmenos con muy aviesas intenciones, me acorralaron y empezaron a imprecarme.
Métete con Rubianes, cabrón separatista y alguna que otra lindeza más que no vale la pena transcribir por lo soez e imbécil del vocabulario empleado.
Suerte que obvie la parte del monólogo en la que me planteaba si el expresidente seguía teniendo en tanta consideración a la Guardia Mora de Franco después de lo que había dicho de los mahometanos.
Quien calla otorga, ya me veía trasegando una botella enterita de aceite de ricino, y sin poder rebajarlo.
Conste en acta que me encanta la capital y que la gran mayoría de los madrileños que he tenido el gusto de tratar son de natural cordial y derrochan simpatía.

El periodista y escritor Arcadi Espada es agredido en un acto en Gerona por el NO al nuevo Estatuto; retiran el montaje teatral de Rubianes, “Lorca éramos todos” del Teatro Español por unas polémicas declaraciones del artista; el presidente de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, el imán Félix Herrero, exige que se suspendan las tradicionales Fiestas de Moros y Cristianos por considerar que "no tienen cabida en la España democrática"; el bufón Leo Bassi recibe numerosas amenazas de muerte que culminan con la colocación de un artefacto explosivo en su camerino.

Bienvenidos a la España del talante.
Amigo, no se le ocurra obviar, cuestionar, protestar o chotearse de lo que a usted le venga en gana porque corre el riesgo de que le cierran la boca a guantazos.
No se ría usted de la Iglesia, ni de los del brazo y los del puño en alto, ni de los de las barbas y el turbante; cuidadín con lo que comenta acerca de los de la estelada y la ikurriña, de los extracomunitarios, de los sin papeles, las viudas y los pensionistas; mucho ojo con las vindicantes, los gays, lesbianas y transexuales, los discapacitados y las parejas de hecho, precaución con los militares, la familia Real, las tonadilleras y los prevaricadores, tiento con lo que dice de los judíos, los ecologistas y las víctimas de conductores borrachos.

Limítese a cumplir con su jornada laboral, pague sus impuestos, cumpla con sus obligaciones y pase sus escasos tiempos de asueto gastando su sueldo paupérrimo en el centro comercial, pero chitón, calladito está más guapo.
Nuestro país está al borde del colapso nervioso por culpa de una patulea de fanáticos que disfrutan imponiendo la crispación, la sinrazón y el miedo.

En estos tiempos aciagos son más necesarios que nunca tipos como Lenny Bruce.
Leonard Alfred Schneider nació en Nueva York el 13 de octubre del año 25 en el seno de una familia de comediantes judíos.
A principios de los años 50 empezó a actuar como monologuista en night clubs donde a nadie dejó indiferente su humor obsceno y corrosivo.
En esa América sumida en la Guerra Fría, paranoica, reaccionaria y ultraconservadora, Lenny no dejaba títere con cabeza. Hablaba abiertamente sobre temas como la homosexualidad, el consumo de drogas o el aborto.
La mayoría de sus actuaciones giraban en torno a un tema concreto que él interpretaba en sketches improvisados, efectuando rápidos cambios de personajes y voces.
Arremetió sin piedad contra el American Way of Life, el abuso de poder, los políticos, la religión, el patriotismo y el racismo.
Sus irreverentes arengas le convirtieron en persona non grata.
La Legión de la Decencia, Edgar Hoover al mando del F.B.I., asociaciones de excombatientes, congregaciones religiosas , e incluso los tontos de capirote del Ku Klux-Klan, pusieron precio a su cabeza.
Fue detenido por obscenidad en infinidad de ocasiones, sufrió un acoso policial implacable.
Tras múltiples juicios y procesos, abogados y apelaciones, Bruce acabó totalmente arruinado, en octubre del 65 se declaró legalmente insolvente.
Murió de sobredosis el 3 de agosto del 66.

Harto recomendable es la película basada en su vida ( “Lenny”) que realizó Bob Fosse, el director de “Cabaret” y “Comienza el espectáculo”. El habitualmente cargante Dustin Hoffman borda su interpretación poniéndose en la piel del cómico. No se la pierdan.

La parodia y la sátira son absolutamente necesarias en la lucha contra el fanatismo y la intolerancia. Si combatimos a los exaltados con sus mismas armas, lo único que conseguiremos es crear víctimas, mártires y caídos por la causa.
Al sentido del humor, de los que los muy cretinos andan tan faltos, no saben como enfrentarse.
Podrán molernos a palos o hacernos volar en pedazos, pero no podrán impedir que nos cachondeemos de ellos.

Al refrán me remito: "Quien ríe último, ríe mejor."

martes, octubre 03, 2006

Vente a Alemania, Pepe

Consuelo Rumí, secretaria de Estado para la Inmigración, señaló en declaraciones a la cadena SER, que las críticas en Europa a la política migratoria española han sido "minoritarias" y vinculadas únicamente a Austria y Alemania, países a los que "les cuesta entender la inmigración económica".

Rumí declaró que Austria y Alemania no tienen fronteras marítimas, mujer tan sagaz ¿alguien ha oído hablar alguna vez de la Armada Austriaca? y han tenido que hacer frente a inmigraciones terrestres vinculadas a refugiados y exiliados políticos pero "les cuesta entender" la inmigración económica que vive España.

Desde finales de los años cincuenta llegaron a Alemania infinidad de trabajadores a través de los llamados acuerdos de captación (“Anwerbeabkommen”). El país necesitaba mano de obra en abundancia y firmaron tratados de captación con países como Italia, Turquía, Yugoslavia y Marruecos.

La rápida recuperación económica, el llamado “milagro alemán”, es algo digno de mención. Piensen que los alemanes no pudieron pegar ojo del treinta y tres al cuarenta y seis, el sueño atrasado era el pan nuestro de cada día, y es sabido que cuando uno no duerme está de muy mala leche. Primero el animal de Hitler pegando alaridos todo el día, en mítines, por la radio; los linchamientos nocturnos a manos de los camisas pardas, si te pillaban en la cervecería explicando un chiste sobre el perro pastor de Goehring, te daban una somera paliza, si el chiste era sobre la cojera de Goebbels, te llevaban de convivencias. Luego vinieron las detenciones en masa, los bombardeos aliados y la solución final. El infierno en la Tierra.

Tras el conflicto bélico no quedó piedra sobre piedra. Para levantar el país, un puñado de lisiados, locos de atar por tanto horror vivido, mujeres destrozadas, ancianos y niños. En cosa de diez años, con tesón y voluntad y sin mirar nunca atrás, trabajando dos horas diarias de más sin cobrarlas, esa gente convirtió aquel montón de escombros en una potencia europea. A base de esfuerzo, poco a poco consiguieron olvidar la pesadilla en la que se vio sumida medio mundo por culpa de los monstruos de las trincheras de cuero, las botas de montar y la gorra de plato.

Mucha gente ya no recuerda que esta España que “hoy va tan bien” fue hasta hace relativamente poco un país de emigrantes, de gentes sencillas que huían de la miseria y del hambre. La señora Rumí parece haber olvidado a los miles de españoles que entre finales de los años cincuenta y hasta bien entrados los años setenta abandonaron sus hogares y se marcharon a Alemania en busca de una vida mejor.

Si bien es cierto que después de la Guerra Civil muchos se exiliaron por culpa de la brutal represión franquista, no es este el caso de la gran mayoría de los que conformaron esa segunda oleada migratoria.

Mi padre, José Martí, llegó con lo puesto en calidad de estudiante a la ciudad de Germersheim en el frío otoño del 61. Trabajó como albañil y dando clases de alemán, sin hablar una sola palabra del idioma, a unos currantes canarios. Mi madre le preparaba las clases por la noche y él las repetía como un loro al día siguiente. Un compañero denunció que mi padre no tenía ni pajolera idea de la lengua de Goethe y lo despidieron. Tras una breve estancia en Barcelona partió a Nagold, localidad cercana a Stuttgart, donde estaba trabajando mi madre. Allí hizo de jardinero y de operario en un taller y una cervecería. De allí a Bremen, donde se casaron. Habiendo mejorado mucho su alemán, mi padre dejó su trabajo en una lavandería y lo contrataron como corresponsal de una empresa de import-export y más tarde como calculador técnico en una empresa aeronáutica. Toda una hazaña.

Durante su estancia en Alemania conoció a otros españoles, casi todos de origen muy humilde, a los que ayudó a tramitar sus papeles, a buscar alojamiento o sencillamente a poderse defender en un entorno tan distinto al suyo.
Dudo mucho que esos individuos de americana de pana y boina a rosca llevaran en la maleta de cartón "El manifiesto comunista" de Marx y Engels o que tuvieran cócteles Molotov y una ciclostil escondida en la trastienda del Centro Español. Únicamente querían hacer dinero, a poder ser lo más rápidamente posible, para volver a sus pueblos y ciudades y comprar tierras de labranza, una modesta vivienda, un bar o un estanco.

Cierto es que hay que regular la inmigración y tratar de evitar a toda costa la llegada de ilegales, por el bien de ellos y por el nuestro, también es verdad que no se nos puede achacar a los europeos todos los males del Tercer Mundo, pero a veces pienso que hemos olvidado muy rápido.

No sólo algunos tuvieron que dejar España por motivos políticos, nosotros también fuimos los paquistaníes que reparten butano, los senegaleses que recogen fruta y las ecuatorianas que limpian pisos y despachos.