lunes, octubre 09, 2006

Pasto de los tiburones

(c) Fotografía de Xavier Ribas

¡Nos mudamos!

Tras meses de aguantar que el vestíbulo se caiga a trozos de pura humedad, restricciones de agua, averías continuas del ascensor, suciedad en la escalera, peleas en los rellanos; en nuestra finca residen, gracias al auxilio social del Seminario Conciliar, camellos esquizofrénicos, señores en libertad condicional, iluminados Testigos de Jehová, pensionistas nonagenarias y un maltratador; resulta de lo más edificante ir cada día al trabajo al grito de “¡Si te vuelvo a ver con el de la panadería, te mato, zorra!”. Lo mejor de cada casa, vamos.

Hace unos días coincidí en el ascensor, curiosamente funcionaba, con un individuo todo temblores, espumarajos en la boca y mirada ida, el traficante del ático tiene una clientela de lo más peculiar, al preguntarle a que piso iba se me quedó mirando y dijo “Todos somos Jesucristo”, desencaminado no iba el hombre, y más en nuestro edificio, bendecido y en olor de Santidad.
Dos horas más tarde le robaron la bicicleta a un vecino delante de las narices del portero.
El encuentro con el politoxicómano y el hurto contribuyeron en gran medida a que tomáramos la decisión de hacer las maletas.

Hoy en día la mayoría de la gente se decanta por la compra, tras examinar el estado de nuestras cuentas y hacer recuento de votos, decidimos seguir de alquiler.
Únicamente podíamos aspirar a ser propietarios de una casa unifamiliar de 42 metros cuadrados sita en una rotonda de la salida Gavà-Viladecans. La zona verde que prometía la inmobiliaria eran un par de huertos chaboleros; las grandes vistas, unas torres de alta tensión que se erigían majestuosas entre matojos y montañas de escombros y chatarra. Los servicios, dos macrodiscotecas, tres talleres de chapa y pintura, una fábrica de productos químicos altamente inflamables y un vertedero, lo cual le confería al aire un embriagador aroma de violetas y azucenas.
¿Quién quiere un perro como animal de compañía estando rodeado de ratas tan hermosas?

Huelga decir que la urbanización estaba excelentemente comunicada, cada cuatro horas salía un autobús que tardaba una media hora en llegar a la estación de ferrocarril más cercana, práctico y comodísimo a la hora de ir a trabajar a Barcelona.
Sopesamos los pros y los contras y muy a nuestro pesar decidimos que no podíamos permitirnos pagar durante sesenta años la hipoteca de tan maravillosa residencia, una pena.

Desesperanzados después de tanto buscar, la providencia llegó en forma de Agente de la Propiedad Inmobilaria, Dios los bendiga. Debo decir en su favor que en ninguna otra profesión se dan tantas muestras de rectitud, honestidad, educación y honorabilidad.
Un hombre de mediana edad de exquisitos modales nos atendió en un enorme y lujoso despacho profusamente decorado. Dedujimos que era el dueño, el resto de la plantilla arrimaba el hombro, codo con codo, en unos escasos veinte metros cuadrados.
Tras los trámites de rigor, dar una paga y señal, pago del mes corriente, de los gastos del contrato, del depósito para la cámara, fotocopias de nóminas, extractos bancarios, aval y depósito de seis meses; minucias, todo en metálico, nada de cheques ni tarjetas, libre de impuestos, por supuesto, firmamos el contrato.

Le pregunté si no necesitaba además un informe médico, análisis toxicológico, prueba del SIDA y certificado de buena conducta expedido por el cura de mi parroquia, la Benemérita, mi jefe y la portera de la otra finca.
Le aseguré que podía estar tranquilo, que no pertenecíamos a ninguna céula terrorista y que no teníamos intención de realquilar el piso a ciento veintisiete cayuqueros ni de transformarlo en una mezquita.
Me contesto, mientras contaba con fruición los billetes, que no era necesario, que se jactaba de ser buen psicólogo, y que nosotros le parecíamos una pareja de lo más respetable. Todo un caballero.

Mañana dispondremos de las llaves, la ilusión nos embarga, a cambio de una mensualidad desorbitada, podremos disponer de un piso con su suelo, sus paredes y sus puertas. Y luego nos quejamos.

Llevo años viviendo de alquiler y sigo sin entender que a los que estamos en calidad de inquilinos se nos trate como a ciudadanos de segunda. Si alquilas eres escoria.
Todo obligaciones y ningún derecho. El propietario del inmueble exige hasta lo indecible y cobra unos alquileres abusivos.
¿Pero que garantías tenemos los arrendatarios? ¿Quién protege al morador?
¿Qué cara hubiera puesto el buitre carroñero de la agencia si yo le hubiera pedido un informe financiero de su empresa? ¿Quién me asegura que es un negocio solvente? En el caso de que les embarguen el piso, mi mujer y yo tendríamos que ir a vivir bajo un puente, y además perderíamos el montante del depósito.

Media España vive muy bien especulando con el ladrillo, la otra mitad, víctima de la violencia inmobiliaria y urbanística, no puede aspirar a un derecho contemplado por la Constitución como es el de la vivienda.
Ancianos que reciben amenazas y cortes de luz para que abandonen sus pisos de renta protegida, familias que no pueden hacer frente al aumento del alquiler, jóvenes que por falta de liquidez no pueden independizarse. Es repugnante.

El negocio inmobiliario, copado por mafiosos y chanchulleros, produce pingües beneficios.
El gobierno tan socialista que tenemos no toma cartas en el asunto porque ellos también están en el ajo, untados y silenciados a base de maletines repletos de papel moneda.

Vótenos, señor propietario, que nosotros seguiremos haciendo la vista gorda. Bendito dinero.


4 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

Muy señores míos y preciosas colectoras:

¡Qué bien observado!
Puede que haya muchas cosas positivas en este nuestro país en el que vivimos, pero junto con la educación, la vivienda es una de las cuentas pendientes que queda por resolver. Recién inmerso en la sórdida vida laboral que en este artículo lúcidamente se describe, me da que "democracia", "estado social", "del bienestar" y otras expresiones que pretenden describir dónde y cómo vivimos, ya no son más que palabras huecas, y tristemente sólo existe en realidad un "capitalismo furibundo", "chucleo de sangre" y "aprovechamiento sumo del prójimo"; desde luego, si el conde drácula levantara la cabeza Barcelona le parecería maravillosa para instalarse y probablemente emprendería una aventura inmobiliaria en la ciudad condal. ¿Tan difícil es poner límites a los precios de alquiler? ¿Cómo sería el mundo si no existieran los anuncios, los bancos y las inmobiliarias especuladoras? Creo medidas buenas serían prohibir el esquí, hollywood, cualquier clase de cadena de negocio y reconsiderar la "autonomía de la voluntad" de nuestro ordenamiento jurídico, concepto sacralizado en el subconsciente "inconsciente" colectivo y gracias al cual diariamente se ejercita el egoísmo galopante. Creo que Barcelona adolece de la dictadura del pijismo por culpa de la abundancia en algunos casos y de la hipocresía en otros tantos. ¿Nos mudamos todos a Berlín?

Gracias por este blog ameno ande los haya ivo, ¡no dejes de escribir que los demás iremos a la zaga! Ahora mismo hago un reenvío masivo.

Un abrazo

1:27 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

¡Rojeras que sois unos rojeras!
¡Que se os ve "el llautó"!
Punkis de postal,comunistas de opereta....¡Sin Dios!

7:53 a. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Excelente comentario, amigo Emilio.
Si los que llevamos años currelando lo tenemos difícil, mucho peor es para los que empiezan ¡Es vergonzante!
Ayer pasé por delante de una ETT. Buscaban grabadores de datos, yo desempeñé dicho penoso trabajo hace un porrón de años, y entonces, siendo el sueldo miserable, cobraba más de lo que ofrecía el anuncio de colocación.
Esto acabará fatal ¡Corralito, corralito!
¿Punkis de opereta?
Oiga, oiga, que yo gasto americana y corbata, del H & M, pero americana al fin y al cabo.

11:10 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Y que ningún ultaliberal salga y diga que el mercado lo acabará corrigiendo todo porque :

a.- si fuera verdad, sería a tan largo plazo que´, más que una solución, sería una alegría confirmatoria cuando ya estuviéramos en el geriátrico.

b.- Igual que están intervenidos precios máximos de suministros como la electricidad o el número de horas laborables o el salario mínimo , podría, en una situación de emergencia como la actual, hacer - o haber hecho, ya es tarde - unas oportunas intervenciones en el mercado inmobiliario - financiero.

10:07 a. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Enviar comentarios [Atom]

<< Inicio