miércoles, octubre 11, 2006

La verdadera historia de Los Soberanos


Verano del 64. Fiestas del popular barrio de Gracia de Barcelona
Don Adrià Gual salió de paseo una calurosa noche de agosto del 64. Dedicose en cuerpo y alma a una de sus aficiones favoritas, el buen yantar. Uno tras otro visitó sus bares más queridos y probó las mejores especialidades de cada casa. Morcillas de arroz, choricitos, bombas picantes, morcón, guindillas en vinagre y un amplio surtido de platos tan energéticos como políticamente incorrectos, todo regado con ingentes cantidades de cerveza, vino peleón con gaseosa y buenos lingotazos de coñá.

A eso de las tres de la mañana, ya en cama, le hizo efecto la explosiva combinación de grasaza, alcohol y el pegajoso calor húmedo propio de la época. Empezó a sacar espumarajos por la boca, le creció el pelo en forma de fabuloso flequillo y cayó al suelo presa de violentos espasmos.

Una luz blanca cegadora iluminó la habitación. Una voz idéntica a la de Charlton Heston en “Los Diez Mandamientos” le conminó:

-¡El bolero y el pasodoble ya están caducos, el madison pasará a la historia, la canción francesa es un latazo! ¡Tú eres el elegido para llevar a buen puerto esta misión!
Conformarás un conjunto de corte moderno especializado en sonido ye-yé, os llamareis Los Soberanos y predicareis a lo largo y ancho de nuestra piel de toro las excelencias del nuevo sonido que está causando furor entre la juventud del resto del mundo.

Tras dos semanas en el hospital del Buen Samaritano, Adrià inició su sacrosanta misión y empezó a buscar acólitos. La siguiente señal la recibió al encontrarse un viejo baúl junto al portal de su casa que contenía cinco trajes grises de hombre de impecable corte y dos vestidos de mujer.
Al parecer el baúl pertenecía a la empresa de artículos de broma, La Chufla, pequeño negocio familiar que quebró en el año 63 ante la salvaje competencia de artículos manufacturados en los Estados Unidos. A nadie hacía ya gracia el huevo frito con chistorra de broma o el cojín pedorreta, bautizado como tarde de fabada, invenciones del fundador de la empresa, Don Nemesio Aradilla Palazón.

Ahora sólo faltaba encontrar a siete personas de diferentes tallas para poder aprovechar el vestuario.
El primer futuro miembro de la banda que encontró fue Emanuele di Marzo, alias "John Medajohn", apodo que se ganaría más tarde por su costumbre de ponerse la guitarra a modo de collar. John estaba en la calle llorando a moco tendido. Su padre, prestigioso vinatero lombardo, le había desheredado, pues le había sorprendido bebiéndose una cerveza Moretti en una terraza de la piazza Cordusio. Emanuele había llegado a Barcelona oculto en el portamaletas de un autobús cargado de hinchas del Inter. Solo le quedaban su guitarra "Enriqueta" y un puñado de singles de su adorado Adriano Celentano. Adrià le explicó su ardua misión, a la cual John se sumo gustoso, pues se le prometieron pingües beneficios, toda la cerveza que pudiera beber y una dieta exclusiva a base de oreja a la plancha.

A los dos compinches se unió Albert Valero "Valium", de profesión cartelista del cine “Can Pistoles” e ilustrador suplente de la revista Patufet. Admirador de los existencialistas y los beatniks, forofo del balompié, pasaba los días practicando con la guitarra baja y estudiando las técnicas corporales del Yoga Sutras de Patánjali. Se añadió al descabellado plan, pues pensó que con los beneficios que con el dinero que las actuaciones le reportaría, podría montar una churrería delante de su amado Camp Nou.

A través de un anuncio publicado en la prensa en el que se buscaba un batería, trabaron contacto con Albert Solà “Bowie”, tamborilero de la cobla sardanística Terra Ferma. Afirmaba con orgullo el haber sido galardonado durante 19 años consecutivos con el premio a la fidelidad que cada año otorgaba la empresa cervecera Damm. Albert compaginaba la música con su trabajo como creador de colores de pinturas para automóviles de la fábrica Seat. Cautivado por los sonidos modernos ocupó el taburete del batería.

El siguiente en incorporarse a la banda fue el vocalista, Ivo von Menzel.
Ivo venía huyendo junto con los suyos de las autoridades alemanas. Su padre había emigrado a Dusseldorf. Después de trabajar durante años en la industria siderúrgica, el gobierno le concedió una subvención para montar un Centro Cultural Español. Ivo gustaba de tararear las melodías que salían de un viejo gramófono. Eran los discos que su padre había traído de su añorada España (Marifé de Triana, Juanito Maravillas, Paquita Rico, Jorge Sepúlveda y El Mejorano). Un día aciago recibieron del economato una remesa de vino albanés. La sangría que se sirvió dejó calvos a 56 parroquianos. La familia embaló sus bártulos y salió a escape del país.

Pablo Jiménez, guardiamarina licenciado, se encontraba desocupado. Asistió a un casting para la película que en breve iba a filmar El Dúo Dinámico, “Botón de ancla”. Buscaban hombres de uniforme, en la oficina de colocación Pablo vio un anuncio en el que Los Soberanos solicitaban los servicios de un teclista. Pablo era un virtuoso de las teclas, desde niño tocaba el órgano en la parroquia de su barrio. Prefirió irse con Los Soberanos, pues el Dúo le parecía algo melifluo, a él le chiflaba el nuevo grupo inglés que estaba conquistando a la juventud, los peludos de Liverpool, los Fab Four, los Beatles.

El grupo empezó a ensayar con tesón y voluntad, con más afán que habilidad, todo sea dicho. Al cabo de unas semanas observaron que el sonido conjunto quedaba cojo. Habían cometido un tremendo error, no habían reparado en los dos vestidos que quedaban en el fondo del baúl.

A los pocos días se unió a la causa en calidad de corista, Cecilia Bayo “Sici”. La señorita Bayo estudiaba en una academia de corte y confección. Además Ceci, que años ha regentaba el negocio familiar, una próspera mercería en Pamplona, tenía que dedicarse a cantar para mantener a los suyos, pues durante unos San Fermines unos desaprensivos turistas americanos, pasados de calimocho y jarana, le habían pegado fuego a la tienda.

Al cabo de una semana presentáronse en el local de ensayo una corista y un trompetista buscando trabajo . Dijeron llamarse Cristina Cruz “Cristi” y Jorge Domínguez, "Trompeti". Explicaron que habían abandonado a su troupe, el famoso clan flamenco de los Morcillo durante una gira por Melilla. Hartos de tanta bulería, fiesta de señorito y caseta de Feria, habían solicitado asilo en el Centre Català (Centro Catalán) de la ciudad. Su único miembro y fundador, Bonifaci Puig i Cadafalch, representante de lencería y cotillería para todo el norte de África (en Argelia habían puesto precio a su cabeza por vender refajos), corrió con los gastos del viaje y le facilitó las señas del local de ensayo, pues su yerno era portero del mismo.

En primavera del año siguiente el grupo consiguó su primera actuación. El evento fue todo un éxito. Habían nacido Los Soberanos, los adalides del ye-yé.
Las actuaciones en una céntrica boite de la ciudad se sucedían una tras otra. Adrià heredó la barbería de su abuelo (si tienen oportunidad fíjense en los espectaculares flequillos que luce, resultado del constante cuidado de una mano profesional), sita en el madrileño barrio de Lavapies. Don del Vado marchó a la capital. El grupo había perdido a su fundador.

Se sucedían las grabaciones y los conciertos. Traspasaron las fronteras de Barcelona y tocaron en las madrileñas matinales del Price. Gente de cualquier lugar y condición se sumó a la lucha ye-yé.

17 de enero de 1966
Un B-52 de las fuerzas aéreas de los EE.UU., que lleva en sus tripas 4 bombas de hidrógeno, colisiona con un avión nodriza KC135 durante la maniobra de abastecimiento de combustible en el aire.
Los aviones caen junto con las armas atómicas que transportan.
Dos bombas se incendian debido a la pequeña explosión de los detonadores, liberando el plutonio radiactivo que contienen en una amplia zona del término municipal de Palomares, situada en el sureste de la provincia de Almería, España.

En ese preciso instante estaban cargando sus instrumentos y equipo los miembro del conjunto musical Los Soberanos, quienes habían pasado la noche tocando en el hotel Rocamar, donde amenizaron con su actuación la fiesta de inicio de rodaje de la película “El bueno, el feo y el malo”. Una inmensa nube de polvo radiactivo cubrió por completo la furgoneta en la que viajaban. Entraron en un bucle espacio temporal y aterrizaron en Barcelona treinta años más tarde.
Pero eso es otra historia...

También han sido miembros Soberanos, menciono en estricto orden cronológico:
Josep Maria Domènech, Lluis Esteve, Sylvia Sans, Inés Bayo, Gabi Soto y Michael Martí.
Francesc Gonsalves, Nuria Cimini y el gran Fito se subieron en alguna ocasión al escenario sustituyendo a algún miembro del grupo. Reciban todos un afectuoso saludo.

4 comentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

¿Esto es verdad? Cada dia soy más fans.


Piquitos,
Julia

7:19 p. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Julita querida,
real, real como la vida misma.
¡Vivan las fans!

Besos,

Ivo

11:14 a. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Pues mira que hay muchos fans también en Roma!!!

max

2:58 p. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Salve Max,
Come stai?
Tutto bene?

A più tardi

Ivo

6:08 p. m.  

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