viernes, septiembre 22, 2006

En nombre de Dios

Desde mi más tierna infancia he sido un confeso anticlerical. Así me lo inculcaron mis progenitores.
Mi madre siempre ha deplorado el elevado concepto que tiene la Iglesia de la mujer desde lo de la manzanita de marras. Mi padre, educado en los Maristas durante la posguerra, aborrece todo aquello que tenga que ver con sotanas y alzacuellos.
Cuando yo era niño me repetía prácticamente a diario el mismo consejo: “hijo mío, mucho cuidado con los curas, no te fíes nunca de alguien que no lleva puestos los pantalones y se hace llamar padre sin estar casado.”
Nostálgico impenitente, recuerdo como nos llevó a toda la familia, hará cosa de más de veinticinco años, a una comida de antiguos alumnos de la escuela donde había estudiado.
Nos sentaron en el comedor del centro, a mitad del almuerzo se rompió la silla tamaño infantil donde estaba sentado mi padre, al pegarse el morrazo profirió a voz en grito una de sus expresiones favoritas, aquella que relaciona al Todopoderoso con una visita al excusado. Cinco curas y doscientos cuarenta y tres meapilas se santiguaron al unísono. Nosotros les deseamos buenas tardes y salimos a escape dejando el segundo plato a medias.

No me malinterpreten, siento un profundo respeto por las personas creyentes. Me parece muy lícito que uno crea en milagros y cosas ultraterrenas y que eso le aporte algo a lo que agarrarse. Todos tenemos nuestra propia fe, nuestro dogma. Cuando te sientas hastiado y falto de toda esperanza, nada mejor que un disco de Dean Martin; si la ira te reconcome hermano, ponte una película de John Wayne en la que el Duque reparta galletas y tiros a mansalva, canela en rama para lograr la paz interior.

Este verano mi mujer y yo pasamos una semana en Roma, bendita sea. Les puedo asegurar que Cuidad del Vaticano dista mucho de ser Ciudad Meridiana ¡Lujo, boato y esplendor! ¡Qué edificios, que iglesias, que locales!¡Y menudas tiendas de moda eclesiástica! ¡No se andan con chiquitas!¡Ese género, ese paño! ¡Camisas de seda, jerséis de angora, pantalones de excelente lana fría, zapatos por los que hubiera dado su vida el mismísimo Beau Brummell!
¿Pobreza? ¿Humildad? Con el chiringuito que tienen allí montado se podría paliar el hambre en medio continente africano.

Cierto es que muchas monjas, monjes y curas han dado su vida por los demás y se han desvivido por los desamparados, pero también muchos laicos han hecho lo mismo, y a ninguno de ello se le ha pasado jamás por la cabeza someter a alguien a una sesión de potro o sacarle los ojos de las cuencas por afirmar que la Tierra es redonda.

Tampoco podré entender jamás esa fijación con el paraíso que tienen la mayoría de religiones, se me antoja aburridísimo. Imagínenselo, noche tras, noche, año tras año, siglo tras siglo, cenar vestido de blanco lubina al horno, por aquello de que los dueños del establecimiento son todos pescadores; una humeante taza de manzanilla y una partidita de parchís, sin apuestas, los juegos de azar están terminantemente prohibidos, quien no quiera jugar puede leer la Biblia o ver alguna película de Charlton Heston o Víctor Mature luciendo faldita y pectoral.
¡Dios mío! ¡Qué pase algo malo para variar! ¡Envíanos una riña callejera, un escape de agua, dos libras de carne roja, una resaca o un mueble del IKEA para montar!

Con quien nunca podré estar de acuerdo es con una institución que en nombre del amor, la caridad y la bondad cierra los ojos ante hechos tan flagrantes y penosos como que mueran a diario miles de seres humanos y que condene tajantemente el uso de métodos anticonceptivos para evitar la superpoblación o la transmisión de enfermedades, así como el poder procurarle una muerte digna a todos aquellos cuya vida ya no tiene nada de digno.

Hace unos días el sector más radical del mundo musulmán puso el grito en el cielo por un discurso que pronunció el Papa Benedicto XVI. No creo que sea ni mucho menos para tanto, el hombre ya se ha disculpado, errar es humano, perdonar, divino, pero los muchachos de las barbas piden sangre e instan a la población a que se apunte a la yihad. ¡Qué dislate!

Hace unos meses los islamistas más enardecidos ya nos hicieron saber, pegándole fuego a unas cuantas embajadas y supermercados, que no son muy amantes del humor gráfico, de nuevo vuelven a la carga, cualquier pretexto es bueno para ponerse y poner a los demás de mala leche. Los telediarios no paran de retransmitir manifestaciones igualitas a una convención de imitadores de Raphael: veinte mil tíos vestidos de negro, golpeándose el pecho y pegando gritos.

Yo creo que en el fondo los cristianos más inmovilistas, los judíos más ortodoxos y los talibanes tienen muchos puntos en común. Desaprueban la libertad individual, condenan el aborto, la eutanasia, las bodas alegres, el alcohol, las relaciones extramatrimoniales, el sentido del humor y la música ligera.

Soy del parecer que las pequeñas diferencias que los separan las podrían dirimir de una manera mucho más deportiva. Voto por convocar cada cuatro años unos Juegos Olímpicos Interreligiosos. Todo lo recaudado se podría destinar a ayuda humanitaria.
Obispos, imanes, rabinos, monjas, pastores, diáconos y monjes budistas en sana contienda. Lanzamiento de botafumeiro, torneo de cabezazos contra el Muro de las Lamentaciones, quema de banderas, 400 metros sotana, levitación, lapidaciones, con un muñequito de pruebas para que la cosa no resulte tan bestia; levantamiento de Torá, misas a la carrera.

Igual así conseguimos que dejen de tocarnos los redaños de una santa vez.

4 comentarios:

Blogger uri ha dicho...

AAAAAMEN!!

1:05 p. m.  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Mi estimado y nunca bien ponderado Ivo von Menzel,

no le falta a usted razón, aunque yo creo que como en los estados totalitarios o los movimientos que aspiran a ello (pienso en los nacionalismos) hay que buscar el origen de estas prácticas en la mafia, madre y ciencia de todas las Iglesias: mediante la extorsión y la violencia se consigue amedrantar al más bregado. El problema es que la Revolución Francesa nos dejó sin Dios, pero despreció todo el legado cultural del anciene régimen. Y así nos va, con los curas y los políticos vistiendo de Prada y la gente de a pie más estúpida que nunca. Es lo que llaman progreso.

12:46 p. m.  
Blogger Ivo von Menzel ha dicho...

Reverenciado Don Azote,
curiosas y originalísimas prístinas palabras. La toma de la Bastilla fue el principio y el fin de la debacle, quedamos faltos de valores pero otros muchos comieron caliente por primera vez, claro que la venganza es un plato que se sirve frío. Antes de que rodaran cabezas, surgió una corriente humanista,ilustrada y universalista de la que todavía nos queda mucho por aprender. Voltaire, Montesquieu, Rousseau eran mucho más civilizados y democráticos que los de la guillotina. Y además sabían coger los cubiertos.
¡Vivan la Pimpinela Escarlata, Scaramouche y José Luis de Vilallonga!
¡Mueran Aznar, Bush, Bin Laden, Ratzi y demás mafiosos de medio pelo!
¡Si por lo menos fueran como los de Goodfellas!

1:53 p. m.  
Blogger JotaJota ha dicho...

Estimado Sr. von Menzel, he recalado en su blog de manera casual (buscaba en Google "imitadores de Raphael") y me he detenido un minuto a leer lo que allí hay escrito. También me he parado un poco a escribir este comentario porque no puedo estar más de acuerdo con usted respecto a la iglesia y a la gente que no lleva pantalones cuando debería hacerlo, con todo el respeto a los escoceses y beduínos, que poseen una elegancia natural que les permite prescindir de tan varonil rasgo. Lo mismo se aplica a los watusi, claro.

Como sobre religión e iglesia está casi todo dicho y no aspiro a añadir nada que merezca la pena en este sentido (y es modestia genuina), cambio de tercio y le cuento que mis hijos también son prematuros, como usted cuenta en su perfil, y también pasaron largo tiempo encerrados entre paredes de plástico transparente. Son muy nerviosos, casualmente. Perdón por el inciso y el quiebro, pero me gusta el absurdo.

A pesar de tener fobia a la expresión ultraformal tanto escrita como hablada (esto es una pequeña crítica: no sé qué es una palabra prístina, por ejemlo) también reconozco que es enriquecedor. Me ha parecido curiosa esta entrada en el blog y seguro que leeré otras.

Un saludo y abajo el totalitarismo, la mafia, la hipocresía, la derecha rancia, el falso centro, la izquierda igualmente rancia así como arriba el librepensamiento, el respeto y esa utopía llamada democracia.

10:03 p. m.  

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